Me ha llegado en estos días la vida laboral, la que nos envían de vez en cuando para que sepamos cómo andamos, de años, meses y días trabajados, se trata de saber si hemos pegado golpe o no a lo largo de nuestra vida, para ver cómo vamos de cotizaciones, para ver en fin, los mayores que nos vamos haciendo.
Y me he remontado, mirando hacia atrás sin ira a aquellos años difíciles, a aquellos madrugones, aquellos malos ratos y horas y horas fuera de casa por horarios maratonianos en que no me quedaba casi ni tiempo de ver crecer a mi hija.
Aquellos tiempos en que íbamos a trabajar en ocasiones hasta con fiebre, no nos podíamos permitir cogernos la baja porque la reducción en la nómina era considerable.
No puedo por menos de sentir cierta añoranza de aquellos tiempos, sobre todo cuando leo la relación de empresas, a todas les pongo el lugar y las ubico en mi memoria. Cuando voy a Bilbao suelo ver la última empresa donde trabajé ya en proceso de desmantelamiento, y recuerdos los años allí trabajados y me entra algo de nostalgia.
Las caras de mis compañeros vuelven a mi memoria y con ellos el recuerdo de los buenos y malos ratos, que hubo de todo. Me pregunto qué fue de ellos cuando la empresa cerró.
Hoy me dio por la nostalgia y no puedo por menos que pensar en tantas añoranzas de millones de parados sabiendo que su vida laboral está estancada hace mucho tiempo sin muchas posibilidades, igual que la mía.
El día gris ha hecho salir esa parte gris también, pero tirando a negro de mi ánimo.
Mañana será otro día y saldrá el sol dejando atrás la sombra del desánimo.
Por cierto, detesto la niebla, seguro lo habéis notado. :)
Saludos blogueros