Escucho muchas veces esa pregunta, hecha por cierto con bastante mala baba pero en plan gracioso o irónico, sobre todo en estas fiestas recién pasadas o eventos familiares varios.

Todos sabemos lo complicada que es la convivencia, si ya lo es con el compañero y los hijos en el entorno cerrado de nuestro hogar, ya ni os cuento cuando una o dos veces al año nos juntamos con más familia en ocasiones puntuales.

¿Quién no ha oído alguna vez que una comida familiar, boda, comunión etc. acaba como el rosario de la aurora? Suele salir en la prensa, se moviliza hasta la policía. Las discusiones parecen estar hechas para ganar, caiga quien caiga, gran error a mi modo de ver.

Parece que el buen rollo, no siempre es posible,  por un quítame allá esas pajas, salen a relucir antiguas disputas, rencores, y el hacha de guerra se desentierra sin ningún pudor y sin ningún perdón, no importa la ocasión, el haber bebido alguna copa de más ayuda un montón, el alcohol supongo hace salir lo peor de nosotros mismos.

Sin ir más lejos mi anécdota de estas fiestas navideñas es la discusión que mantuve con mi sobrina, a la que quiero un montón pero de la que estoy años luz en forma de pensar, hizo un comentario y salté como una escopeta cargada, por supuesto no llegó la sangre al rio, creo que discutimos “civilizadamente” pero lo hicimos, cosa que se podía haber evitado a un poco de voluntad que hubiéramos puesto las dos. Pero después,  aquí paz y después gloria.

Supongo que con mi sobrina se me olvidó que era Navidad, -lo olvido con facilidad- eso de que hay que tener paz y la sonrisa puesta, aunque sea forzada, manda narices.

Peor es cuando se guardan en la recámara esos diferentes puntos de vista para a la primera de cambio volver la burra al trigo. Cuando se guardan rencores, cuando no se sabe olvidar, ni ceder ni un ápice es difícil mantener las formas.  Creo que ceder es hermoso  e inteligente y eleva a la persona, no quiero decir en ceder en creencia o pensamiento, no, me refiero, a “mejor lo dejamos porque no nos pondremos de acuerdo”, alguna vez lo he hecho y no me he arrepentido y no me he sentido frustrada, pero no siempre se quiere, o se puede.

 No siempre el que calla otorga la razón al otro, más bien es saber retirarse a tiempo de una disputa que a nada llevará, somos tan humanos, tropezamos tanto en la misma piedra…que cruz, madre mía que cruz.

Pues eso, ¿bien, o en familia blogueros?

Saludos cálidos para vosotros en esta fría mañana.