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El rincón de Cari

LOS PUEBLOS ME QUEDAN LEJOS

 

Esta entrada completamente intrascendente y quizá hasta tonta, viene a cuanto de una noticia que leo en El Norte de Castilla sobre que por lo visto sobran 216 pueblos vallisoletanos.

No me gustan los pueblos.

Lo siento, debo ser de esa especie que llaman ahora “urbanita” creo que sí.

Ya, ya sé que yo me lo pierdo, pensareis algunos, por eso de la paz, la soledad, alejarse del estrés…

A pesar de todo eso, en mi caso al menos, el estrés me lo provocan los pueblos.

¿La paz? A mi modo de ver demasiada, vamos, que se puede mascar.

¿Soledad? Diría yo eso de “no es bueno que el hombre esté solo”.

Me producen una especie de alergia, una desazón que seguro tendría que hacérmelo mirar.

Ya, ya sé que ni los pueblos son como antes, ni son todos iguales.

Sobre todo en verano existe un ambiente en algunos de ellos que para sí lo quisieran muchos barrios de Valladolid, por ejemplo.

Luego está el aire puro, el contacto con la naturaleza que no se disfruta en la ciudad a no ser que te vayas al parque de turno. ¿Ruidos? Pocos o ninguno.

Todo son ventajas parece ser, mucha gente conozco que les encantan los pueblos y no entienden mi postura contraria por más que trato de explicarlo.

Y digo yo ¿si todo parecen ventajas por qué me producen cierto repelús?

Respuestas posibles:

Que soy muy rarita.

Que ignoro si mis pulmones podrían soportar una ración de aire puro o les provocaría un shock por la falta de costumbre.

 Que a lo peor los demás tienen razón y soy una pija redomada aunque no me reconozco como tal, faltaría más…

Que me gusta el asfalto más que a un niño un caramelo.

Que me encanta el bullicio, pero sin aglomeración, vamos a la carta, ya os digo.

Que el silencio excesivo, igual que la tranquilidad, sólo cuando lo elijo yo conmigo misma.

Ahora que todo el mundo se busca su casita en el campo o en una urbanización para relajarse, creo que me estoy quedando anticuada en eso de ser urbanita a tope.

Claro que cómo soy más pobre que las ratas, tampoco me podría permitir esos lujos, y viendo la cosa por la parte buena pues así no añoro lo que sé no puedo tener.

Para finalizar y ahora que nadie me lee haré una confesión, soy más de pueblo que las amapolas, pero no me dio tiempo ni a esnifarlo, así que no pude coger esa empatía necesaria para con ellos. Desde mi más tierna infancia respiré ciudad, es lo que hay. Lo siento. :-(

Saludos blogueros.

PD. Por cierto no me ha salido el escrito alineado con la foto como yo pretendía, tengo que mejorar :-)

 

 

 

Estáis todos invitados, bienvenidos

Sobre el autor

Castellana que adora el norte y a quien la vida trajo a Valladolid. Desde aquí comparto mis vivencias con vosotros.


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