Me ha venido a la mente esta frase, porque cuando he oído y visto dos casos que reflejan los medios de comunicación hoy, no me ha quedado otra.
Primero, el incendio en una fábrica de aceite en Cáceres, leo que uno de los fallecidos tenía ochenta y pico años, claro me preguntaba yo, ¿que hacía en una fábrica ese hombre de esa edad? Muy simple, iba a visitar a su hijo trabajador de la empresa.
Segundo una mujer muere en un atraco en un pueblo de Sevilla, estaba esperando el autobús, según parece, ¡manda narices, ni siquiera estaba en el banco!
Y partiendo de estos dos sucesos un poco asombrosos a la par que tristes, pues me pongo yo aquí y ahora a pensar –algunas veces lo hago, no creáis- en todos esos momentos inoportunos y lugares equivocados.
Este hombre fallecido, ¿tenía la necesidad urgente de ver a su hijo justo ese día?, pues lo mismo si, lo mismo estaba aburrido, o quería hablar con él, o qué se yo.
Y esta mujer esperaba el autobús para ir a coger unos resultados de pruebas médicas. Para ella se acabaron las pruebas, para los demás que deja aquí queda un calvario, al menos hasta que el trauma mayor pase, después de un tiempo pasa, el dolor pasa, al menos el que crees no soportarás.
Sin hablar de estos casos extremos, ¿Cuántas veces hemos estado en un lugar en el que sentíamos que no estábamos bien, que no era nuestro sitio?
¿Y en ese momento que no era justo el más propicio?
Al menos para mí, personalizando, muchos.
Siempre pienso que nací en un año equivocado, y que he vivido momentos nada oportunos, una pena no poder elegir cuando nos conciben nuestros padres, porque lo que no puede ser no puede ser y además es imposible.
¿Qué tal que el momento oportuno hubiera sido unos cuantos años más tarde?
Al menos no me encontraría tan sola y perdida con mi edad actual en mi forma de pensar, supongo esto nos ocurre a muchos, pero no lo digo por la juventud, lo digo porque a veces fallan las fuerzas, las emociones, la crítica, la indignación parece todo más light, y anda que no tenemos tela marinera para cortar en el día a día de esta nuestra querida España y mayoría de políticos sin desperdicio.
Pero me encuentro que mis tijeras cada día cortan menos tela, marinera o no, que cada vez me canso más de indignarme de despotricar contra los que nos tiene a todos estupefactos.
Un juez con viajes a la Marbella dorada, el malo es el que ha dado la voz de alerta del desmadre, ¿Cómo contestación? la soberbia pura y dura avalada por unos cuant@s
Una Educación para la Ciudadanía se que le van a cargar porque por lo visto ha supuesto un dolor de cabeza durante estos años según una portavoz de Educación, adoctrinaba dicen, ¿¿?? Una asignatura que tiene una hora como lectiva a la semana, mejor se tomen una aspirina y abran los ojos a la realidad de hoy.
Un ministro que despotrica contra rectores que le han dado un plante y les cuestiona su capacidad… y suma y sigue.
Así que ahora debería decir como Mafalda, “que paren el mundo que me quiero bajar”, pero lo mismo mejor no, no vaya a ser que el mundo pase de mi porque le importo menos que nada, no se lo facilitaré por eso de que si me bajo no podría estar ya con vosotros. :-)
Y por cierto hablando del lugar equivocado, la imagen del mundo no era para la charla de hoy, pero no acierto a quitarla, que desastre soy… bueno queda Mafalda bociferando.
Saludos blogueros.