Siempre desayunaba en su compañía, mi café, mi zumo o fruta, tostada algún día, no todos, pero siempre con los Desayunos de Televisión Española con Ana Pastor.
Quiero decir ante todo que la opinión aquí vertida es exclusivamente personal, sólo eso. Supongo que algunos lectores no la compartirán y eso es muy democrático, sólo faltaba.
A mi modo de ver mujer solidaria y valiente, que ponía en un brete a todos los que entrevistaba, si, a TODOS.
Algunos la llamaban “sectaria” cuando querían decir clara como el agua.
De la era Zapatero si algo conseguimos fue una TV plural y sin censuras de esas tipo Urdaci, manifiesta y vergonzosa que nos tragábamos al mismo tiempo que la bilis hasta que consiguió su merecido cese fulminante por la manipulación de alguna noticia.
Los telediarios de calidad, información veraz, programas que se podían ver con toda dignidad.
Espero ahora no volvamos a los documentales tipo NODO, al Estudio 1, a las misas retransmitidas etcétera, pero a lo que si hemos vuelto ya, si, o si, ha sido a los toros y la pandereta que rodea –y nunca mejor dicho- a la piel de toro que es España.
Cada “desayuno con Ana” era un reto verlo, por los periodistas que traía al plató de todos los medios de comunicación, La Razón, El País, El Mundo “mundial” ABC, Público, La Vanguardia, en fin todo cabía en su programa.
No conozco a la nueva presentadora que la sustituirá, más allá de haberla visto alguna vez en un programa de la noche, “59 segundos” no dudo de su profesionalidad, pero ignoro el giro que darán los desayunos, que me temo será de casi 180º.
Supongo Ana sabía estaba sentenciada desde un par de entrevistas que hizo, como sólo ella sabía hacer. Al salir el PP, la cabeza de Ana ha rodado porque había cabreado a personas que no se lo han perdonado.
Nos recordaba cada día las miserias del tercer mundo a una audiencia que también desayunábamos con los que nada tienen, ni siquiera esperanza.
Estuvo en cada noticia candente no dejo nada fuera de su programa por muy “delicado” o comprometido que fuera.
Cuando traía a un político a su programa le exprimía, iba al grano, preguntaba con ahínco para que no quedaran dudas en las respuestas, no siempre las tuvo, así blancas y en botella como a ella la gustaban las cosas.
La he visto emotiva y tierna alguna vez, pero siempre incisiva, ante todo era persona pero después periodista en su programa, era su misión, su vida…
Ella sigue ahí, aunque hablo en pasado está claro que es porque me refiero al programa que ya no llevará, había much@s a los que molestaba.
No sé cual será su destino, pero espero enterarme de su nueva ubicación para seguir disfrutando de buen periodismo claro y contundente, sin paños calientes.
También se han ido Juan Ramón Lucas y otros buenos profesionales de RNE, en fin…
Mucha suerte Ana, mucha suerte a todos, seguro alguien sabe/sabrá apreciar lo que sois.
Saludos blogueros.