El despertador, el trabajo, la obligación, de la que agradecíamos librarnos los fines de semana si los teníamos libres.
Ahora resulta que casi cinco millones de personas ya no tienen que poner ese reloj que casi daban ganas de estamparlo contra la pared, a las 4, a las 6 a las 8…muchos años la bloguera que aquí escribe a las seis de la mañana.
Hay dos de formas de silenciar el despertador, una porque estás en paro, otra, porque estás jubilad@.
Ambas dos son de alguna manera traumáticas, sólo que existen diferencias.
Los parados de ahora mismo sabiendo que el trabajo no llegará fácilmente y la desesperación hace un hueco en sus vidas sobre todo si tienen familia que mantener y no tienen la casa de los padres donde les den cobijo, y la familia, al menos debe comer o mal comer.
La jubilación es un antes y un después, es eso de levantarse por la mañana y saber que tienes casi todas las horas para… ¿Qué? Después de una vida de trabajo tener tantas horas para “ocio” es , de alguna manera triste, más que nada porque de los planes de antes no queda nada, sólo las palabras que se llevó el viento.
Casi que me quedo con eso de la fila del INEM, es peor, porque hay gente joven, hay gente con mucha fuerza y ganas que no pueden demostrar, no les dan la oportunidad, no la hay, los mayores ya han dejado espacio libre, pero ese espacio no se cubre desgraciadamente con savia joven.
Y hoy, que como casi siempre reflejo lo que escucho y hablo en la calle – la que más enseña- pues hago la reflexión de lo mal que estamos por unas cosas o por otras, podéis decirme que los jubilados al final son afortunados, no creáis, no tanto, si lo miramos desde el punto de vista material puede…pero no sólo de pan vive el hombre, lo mismo necesitan patatas y proteínas de cuando en vez cosa que ahora muchos no tienen porque no les alcanza. Y de la soledad en que se ven inmersos en ocasiones ya ni hablo.
Existen jubilaciones increíbles (la pensión de viudedad entre otras, que son para echarse las manos a la cabeza), que no dan para ni para poner la calefacción, ni para comer dignamente, ni casi para al menos salir de casa, porque salir ya es gastar aunque sean los zapatos.
Los comedores sociales están haciendo una gran labor en el campo de los que casi no podrían comer sin ellos.
Y en eso estamos amigos blogueros, ,en la cola del paro, en la cola del no saber qué hacer con la vida que queda por delante, en pensar siempre que alguien coge las migas que nosotros arrojamos.
¡Jopelines! Últimamente no estoy nada optimista, pero bueno como es la pura realidad supongo me perdonáis, la realidad es lo que hay, no me invento nada alegre porque no lo veo por ningún lado, ¿será que no sé buscarlo? Pues lo mismo es eso.
Saludos blogueros.