Ayer bajé a la basura varias cosas que ya no hacían falta en casa, de vez en cuando me deshago de cosas que ya están pasadas, y me produce una gran satisfacción. Por supuesto respetando escrupulosamente el reciclaje.
Según hacía la labor de limpieza mi cabeza trabajaba pensando –de vez en cuando lo hago- y recapacitaba en cuan bueno sería deshacernos de todo lo que sobra en nuestra vida porque hace daño, nos perjudica, pero no es tan fácil como arrojar algo a un contenedor.
Sobra la confianza traicionada, sobra el día gris aunque luzca el sol, sobra un amor no correspondido, sobra las personas que tratan de utilizarnos, sobran los políticos que nos subestiman, sobran las injusticias, sobran muchas cosas, pero no cabrían en un simple contenedor.
Sobra la muerte de niños inocentes que solo quieren sobrevivir a la crueldad de sus país junto con sus padres.
La violencia sea de la clase que sea, ojalá pudiéramos arrojarla a un cubo de basura.
Sobra el maltrato a los animales, sobra el Toro de la Vega.
Así que ahora que estamos en fiestas y estamos un poco más solos por estos lares, pues eso aprovecho a soltar lo que pienso como siempre para compartirlo con los que estáis ahí al otro lado.
Lo que queda claro es que al menos no tengo el síndrome de Diógenes. :-))
Saludos amig@s todos.