El otro día abrí una charla que eliminé al poco rato, ignoro si alguien la leería en ese lapsus de tiempo que estuvo en portada.
Y digo que la eliminé porque había amargura y vísceras en ella, no lo hubiera hecho de haber habido algún comentario por respeto al lector que hubiera entrado a opinar. Mejor dejamos las vísceras para esos culebrones del corazón que viven de revolver las tripas al espectador que los vea.
Lejos de mi pensamiento que mi blog se convierta en eso, un culebrón.
Digamos que pensé que nadie con un poco de sentido común tiene derecho a soltar penas en tiempos en que lo que necesitamos que alguien nos alegre el día, no que nos hagan ver todo aún más negro, y afortunadamente creo tengo algo de ese sentido común.
Mala combinación esa de tener un mal día en lo personal y una hoja en blanco para describir esa sensación ingrata, casi como una bomba de relojería, ya os digo, ya.
Así que luego escribí esa entrada de la Navidad y sentí que había hecho lo mejor, más que nada porque nadie debe empañar el día a ninguna persona que entre a leer y se encuentre con el cabreo puesto de un Nick que al final eso es lo que somos en la red, aunque detrás siempre hay un ser humano.
La cercanía virtual que sentimos con los lectores es importante y al menos para mí muy grata, por eso es mejor a veces dejar aparcada la amargura y compartir con ellos otras sensaciones cosa que hago en mi blog, sensaciones de todo lo que me provoca, me interesa y a veces me irrita, porque desgraciadamente ese estado de gracia de ser feliz no es lo habitual.
Pues de alguna manera esta charla de hoy es una manera de disculparme con el lector/lectora que pudiera haber leído la ya borrada y destinada al olvido.
Tendré que ir atemperando la mala uva y la desazón que a veces ocupa mi espíritu y empezar a estudiar la materia de la paciencia y saber lo afortunada que soy sabiendo que algunos estáis ahí al otro lado con vuestro acogimiento en cada post.
¿Alguien no tiene en su corazón una tonta tirita?
Saludos blogueros.