Supongo es el que vivimos cuando nos metemos en médicos, citas, análisis, pruebas y demás historias que estresan pero que son necesarias.
Se me ocurre pensar lo poco que valoramos la salud, cuando estamos bien creemos que no existe, es una sombra, forma parte de lo normal y que así seguiremos.
Pero hete aquí que un día sin comerlo ni beberlo empezamos a tener problemas, al principio no le damos mucha importancia y piensas en eso de que es un “virus”, hoy día ignoró porqué, es la primera explicación que te dan y esperas a que pase ya ese bichito que nos está amargando la vida.
Pero…. no pasa, no se va, vamos que se instala en nuestro cuerpo como si fuera su casa o le hubiéramos abierto la puerta de par en par y campe a sus anchas por nuestro interior.
Y acabamos en urgencias, donde después de casi cinco horas salimos sin tener nada claro excepto el agobio de estar allí, acaban derivándonos al médico de familia que después de pensárselo mucho (demasiado) al fin manda hacer pruebas porque supongo que con esto de la crisis y la sanidad se lo piensan muy mucho antes de hacer semejante dispendio.
Y acabamos contestando a las mismas preguntas que ya hemos contestado y ya están en el historial correspondiente en un ordenador, pero da igual, hay que seguir insistiendo para ver si se ahorran la prueba de turno necesaria a todas luces.
Así que al fin parece que algo se mueve y queda esperar y eso es otro viacrucis, nunca imaginamos quizá que un día llevaríamos la cruz a cuestas. ¿Algún voluntari@ para ayudar con la cruz? Ya, ya sé, aún queda para la Semana de Pasión o Santa, así que os disculpo. :-)
Saludos blogueros.