En el momento en que escribo estoy viendo un partido, el derbi que se le  llama, el caso es el Athletic de Bilbao – Real Sociedad, juntos geográficamente hablando pero no revueltos para nada.

Pero no me da la gana de perder el tiempo en hablar de algo que me preocupa así como que muy poquito, eso sí, creo que La Catedral, San Mamés, ya no estará donde estaba, dicen que se la llevan a otro lugar ante el cabreo de los hosteleros.

La vidilla del día del partido por la zona de Pozas y aledaños era increíble, eso se acabará y quizá empiece por otro lugar, como cuando aquí quitaron el antiguo Zorrilla…

Pero dicho esto, un poco antes del rato futbolero, he estado socializándome como yo le llamo a juntarme con amigos y gente cercana y habitual, he constatado que hay muchas cosas de qué hablar, sobre todo nosotras las mujeres, se acabaron los tiempos de los trapitos y el cotilleo puro y duro, esos tiempos de bonanzas donde buscábamos el divertimento en hablar de cosas más o menos superficiales en las reuniones con amigos/amigas, porque no queríamos complicarnos la vida más allá de lo necesario eso de tratar de ser feliz lo llevábamos a rajatabla y deberíamos seguir tratando de conseguilo pero malos tiempos para esa lírica.

Ahora las cosas van por otro lado.

Tenemos tiempo para quejarnos de que el hij@ que había abandonado el nido porque quería vivir su vida con pareja o sin ella, ese hijo vuelve a casa obligado y deprimido. Los padres con caras de póker pero no queda otra y porque quizá ya lo intuían, los padres somos maestros en eso de la intuición.

Tenemos tiempo para comentar que alguien de al lado se le ha ido al carajo su empleo y con la edad que tiene ya es mala sombra, mala suerte y asquea.

Nos implicamos directamente con alguien que está pasando horas bajas por su salud, tratamos de dar ánimos a quien los necesita pero que en el fondo no sirven de nada porque el propio enfermo tiene sus miedos ocultos y esos miedos son difíciles de superar.

Y entre pelotas, millones indecentes que pagan a los que mueven esas pelotas, mientras todo un campo de fútbol vocifera, va pasando la vida, pero afortunadamente hay algo más ya entre muchos seres humanos de los que nos encontramos todos los días  existe aparte del cabreo algo que se siente en la calle hablamos más entre nosotros de cosas que realmente importan, o al menos es la sensación que yo siento. Y eso me reconforta quizá no estamos tan solos como pueda parecer.

Nuestros políticos, mentirosos y corruptos no nos merecen, la gran mayoría de los españoles somos demasiada buena gente para ellos pero siguen sin enterarse, aunque seamos de barro, ellos están cubiertos de lodo.

Saludos blogueros.