Hace años una conocida óptica decía eso en su campaña de publicidad y lo he recordado para mi título de la entrada de hoy porque un amigo me ha dicho eso:
Déjame ver tus ojos.
Pero hay veces que nuestros ojos no están para enseñar, están tristes, hinchados, desolados, hay días que son la imagen de que nos está pasando un muy mal momento, y cubrimos la mirada con las gafas de sol que tratan de ocultar al mundo exterior lo que ocurre. No siempre se pueden o quieren enseñar las vísceras.
Supongo que no siempre queremos que nos vean en los malos momentos aunque los amigos de verdad los intuyan aunque no te desprendas de abalorio de unas gafas, que encima hasta nos sientan bien aunque debajo haya dolor, perplejidad, o pura incomprensión a lo que nos está sucediendo.
¿Por qué hay días tan tristes? ¿Por qué hay días en que mejor quedarse entre las sábanas y no ver el mundo exterior?
Suponemos que porque debe haber de todo, y si miramos alrededor al final nos vemos muy, pero que muy pequeñitos aunque el problema sea muy grande dentro de nuestro herido corazón.
Siento el pesimismo de hoy, pero es lo que hay…
Saludos blogueros.