A ver si nos vemos, si nos tomamos un café, si hablamos…
Nos llamamos, un día de estos me paso a verte, te doy un toque…
Cuenta conmigo para lo que necesites, ahí estoy…
¿Demasiados puntos suspensivos? Ciertamente, pero ¿a quién no le suenan esos dichos -a veces estúpidamente rutinarios- de todos los días?
Pero luego, ni nos llamamos, ni nos tomamos un café, ni nos damos el toque, y contar ¿con quién? Y quizá poc@s estén, menos mal que al final sabemos quiénes en realidad son los elegidos para entendernos y no decir frases vacías de contenido pero que quedan de maravilla.
Se echa en falta en la sociedad que vivimos coloquios con otras personas sin que esté de por medio la superficialidad, el móvil incordiando o el morbo por saber lo que pasa para luego contárselo al siguiente amig@.
Por supuesto me incluyo en el análisis que hago y entono mi “mea culpa”.
Seguro que procuramos estar ahí, pero en ocasiones es mejor no estar, es posible que haya momentos en que hay que dejar pasar un tiempo. Aun así, insisto, frases lacónicas, besos de hola y adiós, otro día te veo, es generalmente lo que nos rodea.
Afortunadamente existen amistades sinceras, que escuchan, y dan abrazos sin prisas inventadas, pero realmente si lo pensamos bien, hay que buscarlas con lupa.
Quizá al final es mejor que no nos importe tanto. De ahí la viñeta de Erlich
Un saludo a tod@s blogueros.