De los caseros, de andar por casa, de que si el padre y la hija o la madre y el hijo, o al contrario, montan la de Dios es Cristo, o sea que si la abuela fuma….
¿Y qué nos queda por hacer a las madres cuando el conflicto nada tiene que ver con nosotras y estamos en medio?
Pues nos queda acordarnos de la madre que pario a todos, (yo mismamente en muchas ocasiones), y te quedan dos caminos:
Primero: el cabreo hasta el infinito y enfrentarte con todo el mundo mundial que tienes en casa.
Segundo: pasar olímpicamente aunque duela, al final nadie se enterará de que duele, nadie lo preguntará.
Esto viene a cuento de las grandes broncas que se originan a veces por una gran chorrada, pero que acaban como el lucero de la aurora.
Y sólo queda esperar a que las aguas se calmen, a que todo poco a poco vuelva a su ser, y repito nadie parece enterarse de que alguien lo está pasando mal, total son cosas que pasan.
Y esto detrás de cada puerta, detrás de cada uno de nosotros, con hijos o sin ellos, conflictos…
Que duelen, simplemente duelen…
Saludos blogueros