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Cosas que pasan

Sobrevivir al pueblo

Hay cursos para aprender idiomas, informática, macramé, tai-chi, guitarra, cocina, protocolo… En general, cualquier técnica y conocimiento se puede adquirir (mejor o peor) en una academia, a distancia o en Internet. Pero lo que no se aprende en ninguna parte, lo que nadie te cuenta, lo que sólo se asimila a través de la experiencia propia es el arte de capear a los filósofos del mundo rural. O, lo que es lo mismo, sobrevivir al pueblo. Ojo, que si usted, querido lector, vive en un pequeño municipio, veranea allí o pasa los fines de semana alejado del mundanal ruido, no hace falta que siga leyendo. Seguro que es de los que se las sabe todas. Este post está dedicado al urbanita, al ciudadano al que le sale urticaria con sólo respirar el aire del campo, al que se pasa la jornada rural persiguiendo con su móvil un inexistente wi-fi cual cazador de mariposas corre ágil con su red detrás del volátil insectillo. Es para estos pobres esclavos de la tecnología que se convierten, muchas veces sin saberlo, en protagonistas de las conversaciones a pie de puerta, esas que empiezan con un “pues se ha quedado buena tarde”. Para evitarlo, tan sólo hay que tener en cuenta unas simples nociones:
-Si en los pueblos es importante el momento en el que llegas, lo es más el que te vas. “Hola, ¿cuándo vinistes?” y “¿Cuándo te marchas?”, suelen ser preguntas que te disparan nada más poner un pie en el municipio. Hay que estar preparado y contestar rápidamente “Llegé hace cinco minutos y me voy mucho antes de lo que me gustaría”.
-El pueblo es sinónimo de todo lo sano. “Come, come, que esto es muy sano”, te dicen mientras abarrotan tu plato con chorizo, torreznos, huevos fritos y pan de pueblo. No te dejes abducir. Diles que no estás acostumbrado. Es mejor pasar por cobarde que arder en el infierno del colesterol y la indigestión.
-A los pueblos se va a hablar. Si eres callado, quédate en la city. No van a entender tus silencios. Cualquier momento y cualquier lugar es bueno para iniciar una conversación. Y nada de ipod u otro tipo de dispositivos con auriculares si no quieres que te llamen “más tonto que el abundio”. Si quieres escuchar la radio, lleva una de las de toda la vida, con ruletica, y alega que estás escuchando el parte o el partido.
-Prepárate para conocer tus intimidades familiares. Si a tu bisabuelo le llamaban el “cojo”, por poner un ejemplo, tendrás que cargar con el mote para los restos. Piensa que hay cosas peores (por lo menos no te llaman “el mataputillas” o “el cagapedillos”).
-Y si te preguntan si te gusta el pueblo, y que reconozcas que es mejor que la ciudad, di que sí siempre, sin pensarlo. Así evitarás que te intenten convencer de lo contrario y, créanme, pueden ser muy, muy, insistentes. Les va la vida en ello.

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