La Seminci es tan mágica como el propio cine. En este festival es posible ver una película y que, cuando ésta termine, salga uno de los actores (o varios) en carne hueso y se inicie un coloquio al más puro estilo Garci (pero sin humo). Esta tarde aproveché la presencia del actor Eduardo Noriega en los cines Casablanca para ver “El mal ajeno” (y no fui la única, puedo asegurarlo). El propio Noriega fue el encargado de presentarla y, finalizados lo 107 minutos del metraje, volvió a la sala para dejarse interrogar por los allí presentes. Habló de sus recelos iniciales ante un personaje de su edad con una hija de 18 años; un problema que se solventó con la caracterización y ese tono vehemente del que el santanderino ha sabido impregnar al personaje. También relató su labor en el hospital Gregorio Marañón, donde durante horas y horas estudió el trabajo de los médicos y se empapó de conocimientos básicos y, sobre todo, del trato entre los doctores y sus pacientes. “Ahora valoro más la labor de los médicos”, dijo el actor, que explicó que las historias reales y los sufrimientos de los enfermos “calaron en mí. No puedo negar que cuando volvía a casa, a veces estaba jodido y me preguntaba, ¿cómo pueden trabajar con tanta desgracia y seguir con su vida?”.
Justamente el personaje de Noriega en “El mal ajeno” ha logrado ser un buen médico y poder vivir sin que el dolor de los demás le afecte. Hasta que recibe un don, “que como el de los súper-héroes siempre va acompañado de un lado oscuro, de una contrapartida”, argumentó el intérprete.
El actor fue franco y cercano, y rápidamente logró animar el coloquio en el Casablanca ante un público al principio tímido pero que rápidamente se dejó conquistar por su afinidad. Incluso, recibió los piropos de una espectadora que le llamó “guapo, eso salta a la vista” y que añadió, con cariño, que “cada día eres mejor actor”.
De la película me quedo con esa dicotomía entre la esperanza y la amargura, entre la fascinación que despierta lo irreal y la contundencia de la propia existencia. Me ha parecido muy interesante la evolución que sufren todos los personajes (siempre me ha fascinado la capacidad de las personas por evolucionar y adaptarse). Y si tuviera que elegir una pareja, creo que la más interesante es la que forman Noriega y su mujer, papel interpretado magistralmente por Cristina Plazas (a la que podemos ver actualmente en “Amar en tiempos revueltos” de TVE).
En definitiva, “El mal ajeno” es una película muy recomendable que invita a reflexionar sobre un tema tan transcendente como es dar la vida por los demás.