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Cosas que habías olvidado del deporte

El día que Silva echó balones fuera con el Eibar

En 2004, la Sociedad Deportiva Eibar llamó al Valencia para interesarse por uno de los jóvenes valores de su cantera. Preguntaban por David Silva. Al otro lado del teléfono, la reacción es de sorpresa: “Querrás decir David Lombán, el central… Es muy bueno pero aún es juvenil. Tiene 17 años”. El Eibar quería un centrocampista ofensivo (defensas era de lo poco que tenía su entrenador José Luis Mendilibar en el verano de aquella temporada) pero el jugador que solicitaban tenía poca estatura, destacaba por su técnica y no parecía muy fuerte. Es decir, unas cualidades que, a priori, difícilmente encajaban en el juego físico y directo del Eibar y, en general, de la Segunda División.“No, no, el que queremos es David Silva. Y tiene 18”, replicó el representante del Eibar, que logró la cesión del jugador del Valencia al que conocía muy bien el preparador físico del entrenador armero, el canario Toni Ruiz.

El Eibar, con Silva en sus filas, hizo una gran temporada que le llevó a pelear por el ascenso a Primera. Tras mucho esperar pudo armar un equipazo a base de cesiones con Joseba Llorente, Gorka Iraizoz o Moisés Hurtado. A pocas jornadas del final, visitaba al Lleida en un duelo clave. El partido iba 1-1 y el Lleida afrontaba los últimos minutos con nueve jugadores por las expulsiones de Santos y del portero Rangel.

El equipo azulgrana se vuelca en ataque en busca del gol de la victoria y en el minuto 92 Silva recibe el balón en las proximidades del área y tiene la gran oportunidad de batir al portero Eduardo, recién entrado al terreno de juego. Pero Silva ve que Bruno Saltor, años después jugador del Almería y del Valencia, está tendido en el césped. Y decide echar el balón fuera. Adiós a la ocasión… y a gran parte de las opciones de ascenso del Eibar.

“Tuve la ocasión porque el lateral, Bruno, no estaba en su sitio, por lo que creo que hice lo correcto. El público entenderá que jamás puedo tirar estando el rival en el suelo”, explicó David Silva. Su entrenador, un hombre de carácter como Mendilibar, fue el primero que lo entendió. “Tendrían que hacerle un monumento”, dijo entonces el actual técnico de Osasuna, un hombre importante en la carrera de Silva. Mendi  le llevaba en coche a los entrenamientos desde Durango, donde residía el futbolista, y le ayudó a que tomara contacto con la realidad. A su manera, eso sí. A su calidad le faltaba foguearse en una categoría dura, de intensidad.

El primer día le pidió al veterano Antonio Karmona, que doblaba en edad a David Silva, que le friera a patadas… porque en la categoría se las iban a dar mucho peores. Karmona fue obediente y Silva nunca protestó. Sabía que lo hacía por su bien y para que fuera más rápido a la hora de pasar la pelota. El Eibar le dio cariño y le metió de lleno en el fútbol más duro. La crioterapia, para recuperar a los jugadores y evitar lesiones, se hacía en bidones de gasolina con hielo puro y las multas de conducta estaban escritas en papeles en las paredes del estadio.

La deportiva acción de Silva ante el Lleida fue reconocida con el premio al Fair Play de Segunda, conocido como Pedro Zaballa. El técnico ilerdense, Miguel Rubio, comentó tras el partido: “Es una demostración de juego limpio. Hay que felicitar a Silva y al Eibar”. Cádiz, Celta y Alavés subieron a Primera. El Eibar se quedó a las puertas del ascenso, aunque en la jornada final llegó a estar unos minutos en ascenso, pero el gesto que había dejado David Silva era de la máxima categoría. Allí le adoran. Aunque les dejase a la puerta del sueño.

Autor: @JorgeAznal

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