Greg Louganis, saltador estadounidense, tiene un hueco en la historia de la natación por méritos propios, pero siempre será recordado por un terrible accidente que a punto estuvo de costarle la vida. Hace 25 años, el saltador tocó el cielo media hora después de salvar la vida en la misma piscina.
Greg, que ahora tiene 53 años, siempre estuvo vinculado al mundo del deporte. Con sólo dos años se inició en la danza y con 9, el gusanillo de la piscina le hizo cambiar las coreografías por el bañador y los saltos. Con sólo 16 años participó en los Juegos de Montreal donde ganó la medalla de oro en torre. El boicot de EEUU le impidió participar en los Juegos de Moscú, pero en Los Ángeles (1984) logró un doblete histórico con el oro en trampolín y en palanca.
En los JJOO de Seúl Greg Louganis luchaba por el oro con el saltador chino Liangde y durante un salto de palanca cometió un terrible error por el que se golpeó la cabeza con el trampolín. El saltador cayó al agua conmocionado, pero logró salir de la piscina para ser atendido de una herida en la cabeza. La sangre alarmó a espectadores y jueces, pero poco después, Greg volvía a saltar con un vendaje en la cabeza para ejecutar un salto casi perfecto -medio mortal hacia atrás-, que le permitió conseguir el oro. Una medalla que le convierte en el único saltador olímpico en ganar el oro en dos pruebas y en dos Juegos Olímpicos consecutivos, igualando la marca de su compatriota Pat McCormick (1952 y 1956).
Aquel golpe que a punto estuvo de costarle la vida acabó siendo la imagen de aquellos Juegos Olímpicos y una de las más vista en la historia del deporte. Pero también fue el principio de una nueva vida para Greg Louganis, que se retiró tras los Juegos con cuatro medallas olímpicas de oro y una de plata, seis medallas de oro en los Juegos Panamericanos, cinco campeonatos mundiales y 47 títulos nacionales de los Estados Unidos.
El saltador tardó algunos años en reconocer su homosexualidad. No lo hizo hasta que participó en los Juegos Gay de Nueva York de 1994 y publicó una autobiografía en la que anunció que estaba enfermo de sida y que, cuando se golpeó la cabeza con el trampolín en los JJOO de Seúl ya era seropositivo. “Revelar mi sexualidad y mi condición de portador del virus del SIDA fue realmente liberador. Probablemente hoy lo considere mi principal logro, más allá de las medallas de oro olímpicas”, reconocía Greg en una reciente entrevista en el diario ‘Marca’.
Tras dejar las piscinas se dedicó al teatro y al cine, dos de sus aficiones, y se graduó en Arte Dramático en el California Irving Institute. Ahora prepara un documental sobre su vida y se dedica al adiestramiento de perros.
Autor: Javier Varela (@javiervarelag)
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