Enviado desde Praspyekt Nyezalyezhnastsi, Minsk, Bielorrusia.
No escapa a nadie que en España el deporte femenino es minoritario, tanto en seguimiento como en repercusión. Muchas veces se critica a los medios por no hablar de las gestas de las chicas, pero ante todo la gente debe saber que la prensa son empresas. Esto es que intentas informar de todo lo que puedes, pero si tienes poco espacio se lo ofreces a las disciplinas mayoritarias. Esas que atraen lectores que atraen empresas que se publicitan y hacen que puedas volver a publicar cada día.
Ahora bien, lejos del lugar común de culpar a la prensa de no ‘darle bola’ a las féminas, habría que mirarse el ombligo entre los aficionados y los empresarios. ¿Cuánta gente ha ido a ver una prueba de Trial de Laia Sanz? ¿Y cuánta iba de media a los encuentros de baloncesto que disputaba Marina Ferragut?
Pongo a ambas de ejemplo por el enorme paralelismo que les une. La primera es 13 veces campeona del Mundo de trial, 10 de Europa, ha ganado dos Dakar en categoría femenina y acaba de proclamarse campeona planetaria de Enduro. Nadie, hombre o mujer, ha conseguido unir este palmarés en las tres disciplinas. Si lo hubiera hecho algún representante masculino no solo hubiera sido considerado una leyenda, sino que podría vivir de patrocinios el resto de sus días.
Ocurre lo mismo con Marina Ferragut. Nadie, hombre o mujer, ha vestido más veces la camiseta de la selección española de baloncesto. Pero tras su retirada hace dos años sigue sin encontrar su camino. Cierto es que muchos deportistas deberían haber cuidado más (tienen mucho tiempo libre) su educación, como no lo es menos que en otros países siempre se mima a aquellas personas que han marcado una época.
Con esto quiero alertar a las empresas boyantes (y no tanto) de España. Aquellas que buscan constantemente mejorar su imagen o formar a sus directivos en conceptos del deporte. El patrocinio puro se está extinguiendo, pero la Responsabilidad Social Corporativa o los valores de la alta competición han sido, en muchos casos, balones de salvación para reflotar compañías que se caían o para mejorar sus resultados.
La pregunta es la siguiente. ¿A que les encantaría pagar porque la imagen de su empresa fuera Pau Gasol o Marc Coma? ¿Y por qué no se plantean gastarse menos dinero y obtener resultados similares con Laia y Marina? Quizá porque nos sigue faltando cultura de los mitos. Y sobrando, muchas veces, desprecio hacia el deporte femenino, donde se entrena y se compite exactamente igual que en el masculino.