Qué les voy a contar que ya no sepan de la región donde habito, esa Comunidad Valenciana donde desvalijan el circuito urbano de la Fórmula 1, donde la empresa que optó a ‘explotarla’ perdió pasta pero salió de rositas salvada con dinero público o donde no se cancela el contrato con Ecclestone porque es más caro que seguir pagando el brutal canon que le firmaron año tras año.
Quizá por eso no me llevé una gran sorpresa cuando vi que un coche rodaba por el Aeropuerto de Castellón, ese mítico recinto en el que no se prevé que aterrice un avión en el próximo lustro y para el que hubo que contratar seguridad privada ante la amenaza de una mega rave convocada por internet.
Tampoco me escandalizó tanto (aunque seguro que al Circuit Ricardo Tormo sí) que Carlos Fabra sólo le hiciera pagar 1.000 euritos a Roberto Merhi por usar su asfalto, seguro que a sabiendas que en cualquier trazado profesional debería multiplicar por cinco ese coste. Pero claro, como no es pasta que él tenga que gestionar, le da por lo visto bastante igual.
Pero sí hubo algo que me recomió la conciencia y de lo que me alegré profundamente una vez pasó el (uno más) patético escándalo de cerciorarnos que en efecto aquello había ocurrido y que de nuevo iba a quedar absolutamente impune.
Me refiero al episodio de María de Villota. A rodar en aeródromos. A que son pistas (lógicamente) desprovistas de las medidas de seguridad que sí ofrecen los recintos habilitados y homologados para ello. Y a la inconsciencia colectiva del político que autoriza, del Gobierno que mira hacia otro lado y del piloto que se la juega.
Porque ¿alguien vio por allí a una ambulancia? ¿A un médico de guardia? ¿A un helicóptero para una evacuación de emergencia? ¿Alguien tenía claro dónde estaba el centro hospitalario más cercano?
Al menos en las escasas imágenes de que disponemos no se aprecia nada de esto, lo cual no quiere decir que no lo hubiera. Pero ¿qué habría pasado si Merhi hubiera tenido un accidente? ¿Quién se hubiera responsabilizado: Carlos Fabra, que dio su permiso sin contar con la Generalitat o su Presidente Alberto Fabra, responsable directo de la instalación?
¿Y qué pensará el Circuito de Cheste, a quien le han puesto un cartel de SE VENDE precisamente por no poder explotar económicamente sus instalaciones, como demuestra el millón de euros perdido en ingresos por no albergar los entrenamientos de pretemporada de la F1?
En fin, así es mi Comunidad. Aunque lo mejor de todo, sin duda, es que hoy puedo publicar este artículo sin que el único piloto que recibe subvenciones públicas en el litoral valenciano haya sufrido ningún daño por una imprudencia propia y una connivencia totalmente imperdonable.