La mayoría de los no freaks del mundo de las cuatro ruedas conocen las NASCAR series americanas por dos cosas: por la participación en ellas del ex piloto de Fórmula 1 Juan Pablo Montoya y por los espectaculares accidentes que de vez en cuando ofrecen las televisiones nacionales en sus informativos.
A nivel de competición, podríamos hacer un paralelismo entre la F1 y el Mundial de Turismos con la Fórmula Indy y la propia NASCAR. Aunque la realidad es que en USA hay partidarios acérrimos de este tipo de competición, que llena una y otra vez circuitos en contraposición a lo que ocurre con todo lo que no huela a monoplazas en el Viejo Continente.
Desde hace algún tiempo, en una estrategia habitual en América, el formato se ha exportado a Europa, disputando en algunos asfaltos carreras bajo el paraguas de la marca con el fin de atraer aficionados a sus dominios y de paso asegurarse un nuevo mercado de venta de productos y consumo (global) de eventos televisados. Con lo que eso supone a la hora de negociar contratos de televisión y publicidad para los mismos.
Y hete aquí que en ese nuevo certamen apareció de repente el piloto vasco Ander Vilariño. Para quien no lo conozca, un driver que con 33 años ha ganado carreras en monoplazas y en rallies, que tiene una escuela de talentos junto a su padre y su hermana (que también le dan al cambio de marchas) y que se ganó el derecho tras diversas victorias y podios en 2012 a correr una prueba especial en Estados Unidos en reconocimiento a su excelente trayectoria.
Ander, que en cualquier competición de monoplazas tendría una edad que le acercaría a la retirada, ha encontrado en estos coches una pasión derivada de los que ha conducido casi desde su infancia. Donde, además, dispone de un recorrido mucho más amplio, por lo que podría seguir dedicándose largo tiempo a ello si tuviera la posibilidad.
Al menos este año la tendrá. Y será el único español, porque Javi Villa estaba a punto de hacerle compañía pero problemas de patrocinio han acabado frustrando la posibilidad de montar un dueto nacional en el certamen.
Si alguien no sabía que Vilariño existía, aquí está. Si alguien desconocía que las NASCAR Europa son una realidad, ya tiene un nuevo entretenimiento. Pero más allá de todo eso, subyace una posibilidad en la que quizá muchos empresarios no hayan pensado.
A todos aquellos que buscan la internacionalización de sus empresas, posiblemente no encuentren una puerta más sencilla para entrar en los Estados Unidos que un patrocinio a un piloto al que van a ver allí, que además podrá ponerles en contacto con personas que les ayuden a solventar las necesidades que tengan en el proceso.
Y, por si fuera poco, podrían introducirse a través del deporte, que es posiblemente la forma más fácil de acceder a puestos de alto rango. He visto presidentes todopoderosos de empresas privadas perder el culo por hacerse una foto con un futbolista. Es solo un ejemplo. Y Ander una oportunidad. A ver si hay alguien que es capaz de aprovecharla.