Este artículo no pretende ser agorero. Ni antialonsista. Pretende, en la medida de lo posible, analizar una serie de parámetros una vez llegados al ecuador de la temporada en la Fórmula 1, donde expliquemos el porqué de la casi imposibilidad de que Fernando Alonso consiga en 2013 el tercer título mundial de su carrera deportiva.
Partamos de una base: Alonso es con Vettel, Raikkonen y Hamilton el mejor piloto de largo de la parrilla. Habría que ver a los tres no españoles peleando con armas diferentes a las actuales (coches no ganadores o rápidos en carrera pero no en clasificación o viceversa), pero es indudable que su capacidad está muy por encima del resto de gente que compone la parrilla.
Asumiendo que no se está en igualdad de condiciones, pensemos en las posibilidades reales de cada uno, dejando al asturiano para el análisis final. El alemán es tricampeón, conduce un coche que a veces es el mejor y otras no pero consigue evolucionar hasta volver a serlo. Es decir, no pilota solo, sino con un extraordinario equipo de ingenieros comandados por Adrian Newey capaces de hacer un coche que solo rompa una vez al año (fiabilidad máxima) y además siga creciendo a medida que avanza el certamen.
El británico saltó de McLaren sabiendo cómo estaba el pastel y se metió en un equipo que llevaba tres años apostando económicamente a lo grande por mejorar. En teoría no tendría que luchar por ser primero, pero siempre está ahí excepto cuando los neumáticos no aguantan.
Por su parte, el finlandés parece que ni siente ni padece pero sin hacer ruido ya ha pasado a Fernando en la tabla general. El Lotus es rápido, falla poco y nadie le pide ser campeón, lo que precisamente puede hacerle correr sin ningún tipo de presión, una situación en la que Kimi es más peligroso. Es decir, exactamente la misma que la que le llevó a su primer y único título hasta la fecha.
Mientras, Alonso vive en un equipo cobarde. Que no hizo un coche competitivo en los últimos años y que en esta temporada ha conseguido hacerlo bueno en carrera, pero por miedo a tocar algo y pringarla no han apostado por el pleno y han condenado al monoplaza a ser lento en la clasificación. Esto significa que con una vuelta perfecta el español puede ser quinto como máximo, lo que le condiciona doblemente: debe hacer siempre una salida perfecta estando expuesto a adelantamientos y toques (algo imposible) y se encuentra con demasiados rivales delante, lo que le resta posibles puntos un Gran Premio sí y otro también.
Por todo ello, la conclusión es la siguiente: Alonso ha sido capaz de pelear dos veces por el Mundial hasta la última carrera con un coche peor que el de este año. Y todo indica que esto podría repetirse una vez más. Pero en las campañas anteriores luchaba contra Vettel y poco más y hoy están en medio los ya citados y además gente que aparece de vez en cuando como Rosberg o Webber.
Hoy, a mitad de campeonato, ya está a más de una carrera de Red Bull. Y los austríacos ya han roto una vez, así que será difícil que lo hagan una segunda. Por lo que, por desgracia y en mi opinión (que es solo mía) salvo milagro o hecatombe el final de la historia será el mismo que en 2011 y 2012.