Hakuouki Hekketsu Roku es la segunda parte de Haukuouki Shinshengumi Kitan y es la excepción a eso que dicen de “segundas partes nunca fueron buenas porque esta segunda entrega compuesta por sólo 10 capítulos es notablemente mejor que la primera, que sólo parece una introducción para llegar hasta aquí. Hasta los años de la desintegración del Shinshengumi y el tiempo en el que los hombres que formaron parte de él se conviertieron en algo así como los héroes románticos del Japón moderno porque mientras el Shogunato al que ellos servían se iba a la mierda, perdía la guerra y sus aliados los abandonaban los ‘Lobos de Mibu‘ siguieron prestando servicio como pudieron. Algunos abandonaros el Shinshegumi, otros se quedaron con Aizu, otros se marcharon a Hokkaido pero todos siguieron luchando.

Hijikata./ Kuzuki Yone

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Aquí los hechos históricos cobran una relevancia especial y son los verdaderos protagonistas en el desarrollo de la historia. Desde que el Shinshengumi abandona Edo después de la muerte de Kondo e Hijikata se va a Ezo (actual Hokkaido) todo cae aún más en picado. Es todo una espiral de desesperación. A mi se me parece a una tragedia griega. Sabes que todo va a acabar fatal, sabes que vas a sufrir viéndolo pero lo tienes que ver porque la tragedia es romántica y bonita. Y te sumes en un pozo de desesperación, pero lo sigues viendo. Nunca he entendido porqué la gente (incuida yo) le gustan tanto esas cosas. No me suelen gustar los finales completamente felices, me parece que venden una vida que no existe.

De repente y casi sin darnos cuenta todos los personajes van cayendo, bien porque mueren, como Okita, o porque deciden separar sus camino: Saito se queda con los Aizu, Harada y Shinpachi siguen sirviendo al Bafuku pero desde Edo. Sannan y Heisuke mueren de liberar al castillo de los Rasetsu igual que el padre de Chizuru. Al final quedan Hijikata y la propia Chizuru. Él se larga a Hokkaido para refundar un nuevo Japón independiente del anterior, dejándola en Edo hasta que se da cuenta de que le echa de menos. Mucho. Chizuru recibe una carta del ya presidente de Ezo llamándola a filas. Así que, por una vez en la vida Chizuru tiene sangre, coge un barco y se presenta allí.

Chizuru./ Kuzuki Yone

Chizuru deja su vida dedicada, en los últimos meses, a llorar sus penas en Edo, a visitar las tumbas para marcharse con Hijikata al que sigue de manera obsesiva desde la mitad de la segunda temporada. El problema, es que aquí, sin nadie más su fijación se vuelve todavía aún mayor y su instinto de protección, también. Por fin. Y al señor comandante del Shinshengumi (Kondou ya está muerto) por fin se le declara, pero queda poco tiempo. Muy poco. A Hijikata le disparan por la espalda en Hakodate aunque su muerte en Kitan no es allí, como lo fue en realidad, sino debajo de un cerezo en flor, después de luchar con Kazama, aun malherido, consigue vencerle.

Y ahora que parecía que Chizuru había espabilado pues va a ser que no. A Hijikata le pega un empujón y le aparta (que estaba hecho un porquería) y ya te pegas tú que para algo eres demonia. Leche, se supone que deberías proteger al amor de tu vida, digo yo. Después para que quede igual de drama se puede morir por el disparo. En fin, Chizuru se queda mirando al cielo mientras ve la bandera del Shinshegumi con su lema ‘Sinceridad’.

Melancólica y triste no tiene nada que ver ya con el Otome Game, ni siquera ya con un shojo. Se convierte en un drama histórico con una excelente estética (como la primera parte) pero mucho más sentido, bucólico, melancólico y desesperado. No importa, en la guerra de Troya siempre he ido con los Troyanos.

Dejo una colección de imágenes para terminar. Si hay algo que está bien en este anime es ponerte a buscar ilustraciones.

– MEG –