Nijigahara Holograph es una de esas obras que sólo ha podido escribir un japonés. Lejos de la sangre de los seinen de samuráis o de los shonen tan sólo divertidos para adolescentes, esta obra adentra al lector-espectador en un mundo de una gran violencia moral.
La historia que plantea es simple: Suzuki, el protagonista principal recuerda como fue su vida 10 años atrás, cuando iba al colegio y los acontecimientos que tuvieron lugar durante esa etapa de su vida. Suzuki es un chico desarraigado que viaja de colegio en colegio, inadaptado, con tintes de sociópata lo que le da una visión muy pesimista del mundo. Cuando cree que en Nijihara (literalmente ‘Tierra de niños‘ o ‘Tierra de arco iris‘) ha encontrado por fin su lugar la aparición de Arie, una niña que profetiza el fin del mundo desencadena un suceso terrible.
La terna de personajes protagonistas-secundarios la redondean Komatsuzaki, el macarra del colegio, un psicópata al que sólo le interesa pegar a los demás y está enamorado de Arie. Arakawa, una joven que se equivoca, que se siente insegura y confusa y que intenta buscar en los hombres la estabilidad que le falta.
La estructura de la historia también es complicada. El manga se mueve entre los recuerdos de los protagonistas, ya adolescentes emancipados, y los niños que eran en el colegio pero los flashback no están ordenados con lo cual es el lector el que debe colocarlos. Al principio, es complicado entender el argumento pero a medida que avanza la trama el puzzle se va completando. Aún así, es recomendable leerlo dos veces.
Todos los personajes tanto en el pasado como en el presente están conectados de una u otra menera. Personajes que parecen, al principio, no tener demasiada importancia acaban revelándose como imprescindibles, incluso Arie, a la que no se ve de manera clara en ningún momento, es la clave.
Las mariposas están siempre presentes con una simbología muy especial (en ‘La novia cadáver‘ también la tienen aunque menos evidente), junto con un tinte fantástico, gracias a la historia de Arie y de su profecía acerca del fin del mundo y el monstruo de la cueva da al cómic un tinte ligeramente fantástico que redondea la historia.
Reconozco que me ha gustado mucho y que cuando comencé a leerlo no tenía ni idea de que iba. Ni siquiera sabía quien era Inio Asano, su autor.
El manga deja algunas preguntas sin responder lo que contribuye de nuevo a su apariencia de enigmático y profundo. No es una lectura recomendable para estados de ánimo bajos, pero desde luego es un muy buen cómic.
– MEG –