>

Blogs

Carlos Aganzo

El Avisador

Enrique Badosa o la luz de la poesía

Profunda, iluminada, sensorial. A veces cínica y a veces fieramente humana. Siempre cargada de una emoción serena que trasciende su tiempo y busca la complicidad secreta de los clásicos. Así es la poesía de Enrique Badosa, un poeta imprescindible, encuadrado generacionalmente en los 50, pero con un vuelo libre y una voz propia que le hacen inconfundible. Por eso la publicación de ‘Trivium’, su poesía reunida entre 1956 y 2010, es un pequeño tesoro editorial; un gran cuaderno poético que recoge sus dieciséis poemarios publicados hasta la fecha, más una colección de 30 nuevas composiciones que adelanta lo que será su segunda ‘Silva de varia lección’, donde tienen cabida todos esos poemas con dificultades para encontrar acomodo en un libro al uso.

Sin duda la gran difusión de su ‘Mapa de Grecia’ ha contribuido a encuadrar a Enrique Badosa (Barcelona, 1927) en ese amplio territorio de la poesía mediterránea que, sobre las peculiaridades locales y las circunstancias propias de cada tiempo, mantiene un vínculo indisoluble con la cultura grecolatina. Pero su poesía, aún con ese deliberado sustrato clásico como sustancia permanente, es algo más que eso. El propio título del volumen, que recoge sus más de cincuenta años de poesía, recurre a la metáfora del ‘Trivium’ escolástico (Lógica, Gramática y Retórica) para registrar al menos tres corrientes esenciales de su poesía: la lírica, la satírica y la cosmopolita.

Autor de una extraordinaria cultura –fue el responsable, durante largos años, de la extraordinaria colección poética de Plaza y Janés–, Badosa ha servido a la belleza desde los predios más variados de la poesía. ‘Bárbaro del Oeste’, como se presenta en ‘Mapa de Grecia’, ha trabajado con la armonía y la eterna juventud de las proporciones clásicas, pero también ha cultivado, sin despegarse demasiado de los aromas del maestro Marcial, un género tan poco prodigado en España como el epigrama. Para vivir «más libre de sí mismo», como decía en su magnífico poema dedicado a Theodorakis, el poeta catalán ha hablado del íntimo y «sereno escritorio» de su casa en ‘Marco Aurelio, 14’, otro de sus libros más celebrados, pero también ha recorrido mundo con sed infatigable de captar el fulgor de cada retazo de vida, de cada instante sentido en la emoción. Tampoco ha faltado, entre las contemplaciones, la ironía y la piedad secreta de su poesía más sarcástica, un aliento de poesía social, como no podía ser de otra manera en alguien que ha tenido siempre al hombre como centro de toda su creación literaria.

A pesar de la ‘varia lección’ de sus versos, la obra de Enrique Badosa, vista en su conjunto, nos parece un prodigio de emoción, una gran obra clásica cincelada con un lenguaje permanentemente encendido, a veces incluso fulgurante, pero siempre lejano de los excesos. Como el ruiseñor de Teócrito, aquel que cantaba a todas las cosas, Badosa es un poeta que canta en absoluta armonía, consigo mismo y con el mundo. Un poeta que ha tejido, a lo largo de medio siglo, una obra primorosa y de alto valor ético y estético. Con tesón infatigable, con la ayuda de la Musa, su «compañera de bellas caminatas de verano», y siempre con la humildad del que se cuenta como uno más en esa gran tradición mediterránea donde se encuentran las raíces de nuestra cultura: «Si poesía son –dice de sus versos– , aunque pedestre, / es cosa que no debo decir yo. / Sólo es mérito tuyo que lo sean».

Temas


junio 2011
MTWTFSS
  12345
6789101112
13141516171819
20212223242526
27282930