Un verso de seis sílabas puede ser grave y largo, y un alejandrino, leve y fugaz». Con este punto de partida, centrado en las esencias del arte menor, Juan Ramón Jiménez escribió, entre 1909 y 1910, un torrente de versos que reunió, en forma de ciclo, en una trilogía. Los dos primeros volúmenes de esta tríada, ‘Las hojas verdes’ (1909) y ‘Balada de primavera’ (1910) son sobradamente conocidos entre su producción bibliográfica, y están encuadrados en el puro centro de la llamada «etapa sensitiva», antes del descubrimiento de los metros más largos, al aire del Modernismo y del Simbolismo francés. El tercero de estos libros, titulado precisamente ‘Arte Menor’, ha permanecido inédito hasta el presente, y eso a pesar de los intentos de su autor por publicarlo en su día.
No se trata, pues, como en otros casos, de sacar a la luz un material perdido, prohibido o inacabado del escritor, algo siempre controvertido y más si se trata de un autor tan puntilloso con sus ediciones como fue Juan Ramón, sino más bien de un auténtico inédito, cuyos originales quedaron custodiados por la Sala Zenobia-Juan Ramón Jiménez de la Universidad de Puerto Rico y el Archivo Histórico Nacional de Madrid. Dedicado a Luis de Góngora, «único ético estético de nuestro pasado, señor y dueño de las Piérides», y dividido en cinco partes (‘Cancioncillas’, ‘El jardinero sentimental’, ‘Quinta cuerda’, ‘Música en la sombra’ y ‘Los rincones plácidos’), el libro discurre con elegancia y magisterio por todo tipo de metros, rescatando la gracia de algunos tan poco usados como el eneasílabo o el decasílabo, y en él, además del goce de la naturaleza y de los pequeños placeres del jardín, canta con vibrante armonía el folclorismo y el popularismo andaluz, en un claro anticipo del que después sería uno de los veneros más importantes de la generación del 27, especialmente en poetas como Federico García Lorca o Rafael Alberti.
Al profesor José Antonio Expósito (Madrid, 1964), rescatador en esta misma editorial de otros textos de Juan Ramón como ‘Ellos’ (2006), ‘Libros de amor’ (2007) y ‘La frente pensativa’ (2009) debemos esta cuidada edición, que nos muestra a un Juan Ramón en plena forma lírica, muy cerca ya de escribir ‘Platero y yo’, su obra más universal. Autodeclarado poeta sentimentalmente inerme ante la belleza («Soy, soy, / y aun haría grandes cosas; / pero estoy / desvalido entre las rosas»), Juan Ramón desarrolla en ‘Arte menor’ su mejor trabajo en los alrededores del modernismo, hasta el punto de que el libro estuvo a punto de ser editado en 1911, por mediación de Enrique Díez-Canedo, en la prestigiosa editorial parisina Ollendorf (en la que los hermanos Machado trabajaron como traductores), una firma apoyada en el auge de este movimiento en el tránsito entre el siglo XIX y el XX; al parecer las condiciones del editor, que exigía la propiedad de la obra para su publicación, hicieron desistir a Juan Ramón del intento. Tampoco hubo suerte con la Sociedad Editorial Renacimiento de Madrid, en un momento en el que poeta tenía serias dificultades para seguir publicando por su cuenta. Y así, entre archivos y bibliotecas, han quedado un siglo suspendidos estos versos, estas «mariposas de colores» en las que «el viento del sentimiento jugó con los versos en el jardín del alma», como dice el poeta.