Un pulso que recrea y enamora. Una música que representa como ninguna la voz del silencio. Un canto sin adornos, sin excesos, sin concesiones. Una armonía que busca con denuedo el «sentiment de puressa», el «punt d’emoció» de las voces interiores… Así es la música de Federico Mompou (Barcelona, 1893-1987), uno de los más grandes genios que ha dado la música española en el siglo XX.
En una de las imágenes, todas ellas en blanco y negro, que recoge el álbum fotográfico que incluye el ensayo ‘La vida callada de Federico Mompou’ (Vaso Roto, 2012), el gran compositor catalán aparece acompañado del poeta Josep Janés (L´Hospitalet de Llobregat, 1913-Los Monjes, 1959), este último apoyado con dosenvoltura en el piano, escuchando seguramente con atención las notas con las que el músico ilustró alguno de los poemas de su libro ‘Combat del somni’. Imaginamos, incluso, que se trata de la pieza más conocida de las cuatro que Mompou eligió para musicar, ‘Damunt de tu, només les flors’, aquella que Poulenc pidió en 1947, durante su visita a Barcelona, que le repitieran tres veces… «Damunt de tu, només les flors. / Eren com una ofrena blanca: / la llum que daven al teu cos / mai més seria de la branca», dice el poema: «Sobre ti, sólo las flores. / Eran como una ofrenda blanca: / la luz que daban a tu cuerpo / nunca más sería de la rama…»
Este es sin duda un buen punto de partida para entender por qué Clara Janés, la hija de este singular escritor catalán cuya fama como editor (su fondo editorial fue una de las bases de la actual Plaza y Janés) eclipsó en gran manera sus dotes como poeta, no se conformó con ganar en los años setenta el premio Ciudad de Barcelona de Ensayo con la primera edición de ‘La vida callada…’, sino que ha seguido hasta el momento actual recolectando datos y sensaciones sobre la vida y la obra de Mompou. Así hasta completar esta nueva entrega que no pretende ser un estudio exhaustivo de textos y documentos, sino más bien una «visión totalizadora de la personalidad humana y artística del músico, y de su importancia a nivel universal en el terreno de la composición», en palabras de la propia autora.
Sobre vivencias familiares, anécdotas personales e innumerables referencias acerca de los grandes personajes de la cultura de su tiempo con los que Mompou tuvo relación, tras la lectura de esta biografía la escritora consigue lo que quizás perseguía desde el principio: presentarnos a Federico Mompou como el gran maestro de la «música callada», de esa «soledad sonora» que bebió directamente de los versos de Juan de la Cruz y que trasladó a las partituras cuajando una de las obras más intensas, más bellas y vibrantes de nuestro tiempo… Música que se manifiesta como anverso y reverso puro del silencio: manifestación sonora de cada misterioso punto de emoción que vibra en el interior del espíritu humano. «Toda mi vida –escribió Mompou– es puramente interna… En mi interior suceden cosas fantásticas que nunca se exteriorizan. Todo vive intensamente dentro de mí, menos la música».