Siempre a medio camino entre Castilla y el País Vasco, y con un intenso periplo europeo, además, en busca del legado sefardita, el historiador José Belmonte es autor de una obra extensa que se ha detenido a beber, en varias ocasiones, en el inmenso venero de la cultura judía española. Después de libros como ‘La calle de la Muerte y la Vida; cristianos y judíos en la Ávila medieval’ o ‘Judíos e Inquisición’, en 2007 publicó, al alimón con su esposa, Pilar Leseduarte, ‘La expulsión de los judíos: auge y ocaso del judaísmo en Sefarad (Ediciones Beta, Bilbao). La muerte de su compañera de vida y de aventuras literarias, poco después de la publicación de este último volumen, ha impedido que ambos firmaran su continuación, que acaba de llegar a las librerías con el título de ‘Judeoconversos hispanos: la cultura’, y que está dedicado, como no podía ser de otra manera, a la memoria de Pilar.

Con la lucidez que le caracteriza, José Belmonte vuelve a hacer en este volumen un extraordinario ejercicio de mixtura entre la investigación propiamente dicha y la pura interpretación histórica, en este caso con un énfasis muy especial en la cultura. Articulado en tres partes, el libro viaja primeramente por la historia de los judíos españoles, desde su llegada a la Península Ibérica hasta el gran problema de los conversos en la España del siglo XV, pasando por el auge de las juderías en el siglo XI, el esplendor de la cultura sefardita entre el XII y el XIII (con el ejemplo magno de la Escuela de Traductores de Toledo), los trágicos asaltos del año 1391 y las disputas entre cristianos judíos hasta la expulsión de los Reyes Católicos en 1492, y analizando de paso el peso determinante de la contribución del judaísmo en la forja de nuestra cultura hispánica. En la segunda parte, dedicada al mundo de los judeoconversos, el autor se centra en el fenómeno de la transmisión de la cultura judaica entre los descendientes de los cristianos nuevos, ilustrando este camino con las huellas detectadas en las bíblias políglotas, la literatura del Siglo de Oro, la presencia en las órdenes monásticas, los índices de libros prohibidos o el camino del exilio, con el terrible telón de fondo de las persecuciones de la Inquisición.

Finalmente, el último tercio del libro está dedicado a rastrear los restos de la gran cultura judaica en grandes personajes de la cultura española de los siglos XI al XVII, con especial énfasis en los tres últimos de la serie, ya con el problema judeoconverso en pleno desarrollo; Alonso de Madrigal El Tostado, Hernando de Talavera, Hernando del Pulgar, Antonio de Nebrija, Fernando de Rojas, Bartolomé de las Casas, Juan Luis Vives, Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, Miguel de Cervantes, Mateo Alemán, Luis de Góngora, Tirso de Molina o Baltasar Gracián son algunos de los nombres más ilustres de esta nómina.

Especialmente interesante es el capítulo dedicado a las estrechas relaciones entre el misticismo judío y el misticismo cristiano. «Hay momentos en que las almas que están en el jardín suben y alcanzan la puerta del cielo. Entonces el propio cielo rodea el jardín tres veces y acompaña sus vueltas de un son armonioso»: lo escribió en Ávila el leonés Moshé de León, autor del ‘Zóhar’, uno de los grandes textos sagrados del judaísmo.