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Carlos Aganzo

El Avisador

Félix Grande, biografía poética

Hay poetas de vida y obra intensas cuya biografía más verosímil es, sin lugar a dudas, su bibliografía. Ése es el caso, por ejemplo, de Félix Grande (Mérida, 1937), cuyo destino poético viene marcado desde la cuna, es decir, desde la casa extremeña en la que nació, en el encuentro de las calles Concordia y Calvario. Como él mismo recuerda, antes de convertirse en una de las voces más personales de la poesía española del siglo XX Félix Grande trabajó como oficinista, carpintero y trillador, pero también hubo de emplearse como «jornalero de bodega, tendero, cuidador de tres vacas, recitador en los casinos, guitarrista flamenco» y, sobre todo, «como pastor de cabras». Todas estas experiencias vitales, y alguna más, empezando por el doloroso baldón de la posguerra española, han ido aflorando en forma de canto, de manera directa o indirecta, en una fecunda carrera literaria en la que se incluyen títulos como ‘Taranto. Homenaje a César Vallejo’, ‘Las piedras’, ‘Música amenazada’, ‘Blanco spirituals’, ‘Puedo escribir los versos más tristes esta noche’, ‘Las rubáiyátas de Horacio Martín’, ‘Cuaderno de Lovaina’ y ‘La Noria’.

Estos ocho poemarios son la base de ‘Biografía’, un cuidado volumen en el que Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores reúne la poesía de Félix Grande escrita entre 1958 y 2010, dando fe de la vida poética de un autor que, premeditadamente, se ha quedado fuera de las corrientes y las escuelas al uso, para forjar un estilo personal a medio camino entre la vibración del yo y la emoción ante el sentimiento de los otros; una poesía de incontestable acento social, pero elaborada con música y acento fuertemente literario, y en permanente estado de revista ante la gracia, la inspiración o la revelación.

A todos estos libros de poemas, elaborados a lo largo de su vida y reunidos ahora a modo de biografía, se suma, además, el regalo de la última entrega poética del escritor, fechada en 2010 y titulada ‘La cabellera de la Shoá’, en referencia a los varios miles de kilos de cabello de mujer que se encontraron en Auschwitz tras la liberación del campo de exterminio, destinados seguramente al mercado negro y a las industrias del III Reich. Un libro de sabor intenso, agridulce, donde la ética y la reflexión sobre las acciones del ser humano en el siglo XX se presentan, una vez más, dentro de un brillante envoltorio poético que llama a la agitación de nuestra conciencia, alentado por un mantra que se repite como un aldabón en la memoria: «Ésta es la cabellera de la Shoá. / Calla más que el silencio y está ciega. / Lo ve todo. Retumba».

Pasado ya el umbral de los setenta años, y situado, después de una larga vida de trabajos y peripecias, en una vejez «suntuosa», surge de nuevo el Félix Grande que utiliza la belleza como dedo acusador por los excesos del ser humano con todo lo que le rodea, empezando por él mismo; el poeta que nos pide que escuchemos la llamada del mundo a través del alma de cada uno de sus lectores.
Entre todos los extraordinarios versos escritos a lo largo de más de medio siglo por Félix Grande, siempre al compás de las dos músicas secretas de su corazón, el jazz y el flamenco, quizá sirvan para volver a invocar al poeta, al hilo de este nuevo libro, los que él mismo escribió a José Hierro, otro de los grandes francotiradores de nuestra poesía contemporánea, con motivo de su ‘jubilación’. «¿Cuál es la edad de un hombre / a la memoria larga destinado?», escribe Grande, y termina, con el aire de copla castellana de San Juan de la Cruz como música de fondo: «Tu llama de honda luna, / que en su iluminación nos acompasa, / sea nuestra gran fortuna / mientras el tiempo pasa / entre las azucenas de tu casa».

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