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Carlos Aganzo

El Avisador

Bertolucci, poesía en movimiento

Un sótano. Dos personas. Tres dimensiones. Y el regreso de un grande entre los grandes del cine. La cosa promete, aunque Bernardo Bertolucci tenga que dirigir su próxima película en silla de ruedas. O precisamente por eso. La creación en estado puro.

A todo ello hay que añadir el auxilio del material literario. Un material que viene esta vez de la mano de uno de los autores más rompedores de la nueva narrativa italiana, Niccolò Ammaniti (Roma, 1966). Un fenómeno que se ha salido de todos los moldes desde que comenzó su militancia en la llamada generación de la Juventud Caníbal, y que llegó a convertirse en el autor más joven que ha recibido el prestigioso premio Viareggio, conseguido en 2001 por su novela ‘No tengo miedo’. Antes ya había publicado ‘Branchie’ (1997), ‘Fango’ (1999) y ‘Te llevaré conmigo’ (1999). Después vendrían ‘Como Dios manda’ (2006) y ‘Que empiece la fiesta’ (2009), todas ellas acompañadas de un gran éxito editorial. Hace muy poco, en un mensaje de Facebook, el propio Ammaniti desvelaba sus negociaciones para publicar en castellano ‘Io e te’, un libro que ya han leído más de un millón de personas y que ha sido capaz de remover los cimientos creativos de un Bertolucci de 71 años, que llevaba un tiempo demasiado largo apartado de los rodajes. Después de haber visto su obra traducida a 44 idiomas diferentes, y llevada hasta en cuatro ocasiones a la gran pantalla (‘L’ultimo capodanno’, por Marco Risi, en 1998; ‘Branchie’, por Francesco R. Martinotti, en 1999; ‘No tengo miedo’ y ‘Como Dios manda’, ambas por Gabriele Salvatores, en 2003 y 2008), ahora el escritor romano ha tenido la ocasión de trabajar al lado del mítico cineasta, en un guión firmado, además, por Umberto Contarello y Francesca Marciano.

Pero no nos engañemos. Con todo y con ser sin duda poderosamente conmovedora la historia de ‘Io e te’, centrada en el inquietante mundo de la adolescencia, sin duda la mejor baza de la nueva película de Bertolucci no estará en su ingrediente literario, sino, sobre todo, en su propuesta cinematográfica. Hijo del poeta Attilio Bertolucci, y poeta él mismo de cierta fama durante sus años de estudio en la Universidad de Roma, sin duda Bertolucci llegó a convertirse en uno de los pilares de la gran tríada capitolina del cine italiano (al lado de Visconti y Fellini) gracias a su capacidad de convertir en cine, es decir, en imagen en movimiento, lo más vibrante de su sentimiento poético.

Así lo aprendió de su maestro, el controvertido Pasolini, y así lo transcribió después en sus películas cuando descubrió las posibilidades que tenía ‘cruzar’ un cine de autor de fuerte influencia literaria, como el de la ‘nouvelle vague’ o el de sus compatriotas neorrealistas, con la impresionante fuerza plástica de un maestro como Akira Kurosawa. Sobre el poder del guión de obras maestras indiscutibles como ‘Novecento’ o ‘El último tango en París’, la fuerza y la belleza arrasadora de la imagen de filmes como ‘El último emperador’, que consiguió en 1988 nada menos que nueve Oscar de la Academia de Hollywood. Sin duda es en esta complementariedad entre la historia y la puesta en escena cinematográfica de la historia en la que Bertolucci ha conseguido cuajar el éxito de su obra. Y si en lo literario el motor de la inspiración ha sido la novela de Ammaniti, en lo cinematográfico el revulsivo ha venido de la mano de una nueva técnica, el 3D, convertida en una pequeña revolución mundial a raíz del estreno de ‘Avatar’, la película de James Cameron, precisamente cuyo punto más débil era el guión. ¿Qué puede hacer Bertolucci con unos ingredientes de estas características? Sin duda lo que suceda será un pequeño acontecimiento. La emoción está servida.

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