Segunda enmienda
Resulta lamentable que el hombre necesite de la tragedia para sacudirse la venda de los ojos y actuar. O al menos algunos hombres. Otros prefieren mantenerse enrocados en el castillo ciego de sus prejuicios, resulta más cómodo y les suele proporcionar mayores réditos. La —enésima— tragedia de Newtown parece que por fin ha hecho moverse […]