La piñata
Por lo general el suicida no renuncia a la vida porque la odie: renuncia por desencanto. Ha explorado la vida a fondo, invertido en ella una carga notable de ilusión, sin por ello cegarse voluntariamente a los sinsabores (el suicida no es un ingenuo). Así, el balance hipotético le resulta, si no desproporcionado hacia el […]