Hace unos cuantos años salían en estas páginas seminceras unas notas con una firma que siempre envidié: Butaca Sentada. ¿Quién era ese indio de tribu desconocida y nombre sembrado? Nunca llegué a saberlo, aunque mis sospechas se fueron hacia un escritor al que siempre leí con dedicación, Blas Pajarero. Y caigo en la cuenta de que estoy desvelando un seudónimo con otro.
Eran tiempos en que la ausencia de fotografía de los firmantes permitía juegos y escondites risueños. Por el contrario, en este Caro Diario hay que dar y poner la cara, como la ponía Nanni Moretti llevando su moto por Roma en la película a la que robo el título. La moto sobra para un diario en Valladolid. Sus calles se recorren a pie con la facilidad de los cines cercanos y la suavidad del otoño, en esa malla cuyos puntos extremos no distan más de un cuarto de hora. Un milagro que se corresponde mal con el mapa cotidiano: solo quedan siete cines en la cartelera, y de ellos dos están fuera de nuestro alcance de paseantes, embriscadas sus multisalas en laderas o páramos, y con un tercero en el final del final del paseo Zorrilla. Son las fuerzas centrífugas, que dicen sociólogos y urbanistas, fuerzas que van sembrando la ciudad de enfermos y cadáveres: el Roxy, que no logra superar su cáncer ludópata, el triste cascarón del Mantería. Soñaba hace unos días Javier Angulo con el teatro Carrión, otro edificio espléndido que languidece. Y por mi cabeza pasó el Lope de Vega, que cada poco tira unos cascotes para recordarnos que sigue allí.
Sueños y realidades que por ahora nos libran de coger taxis a megacentros.La Semincise arregla en la ciudad, llena sus calles de paseantes que son como hormigas de temporada por el sendero fiel de una sala a otra. Los semanistas hacen ciudad, son ciudad, y esta responde con las mejores galas que encuentra, decora con amor cinéfilo los escaparates de sus librerías, urde menús de platos evocadores, corcha y descorcha ese vino de Ribera con etiqueta de celuloide. Pon fin, con el cuerpo callejeado y el estómago agradecido, la butaca espera. Butaca sentada, y gozada.