No debemos olvidarlo: una de las razones de más peso para la existencia de cualquier festival radica en la difusión del nombre de la ciudad. “¿Y qué tal la Seminci?”, te pregunta el compañero de estudios en cuanto se entera de que sigues en Valladolid, o el viajero del asiento contiguo (cuando en los trenes se hablaba, malditas pantallas). Una ciudad y una marca asociada que trae cine, cultura, hondura, sí, pero también, y sobre todo, publicidad y negocio. Fuerte inversión de dinero público en busca de otros dineros.
Este comienzo de aritmética mercantil elemental viene a cuento de la película ‘The Labèque way’, estrenada el pasado domingo ante un público un poco escaso. Yo creí que las excelsas artistas habían dejado más seguidores tras dos años de residencia en el Miguel Delibes, en que hicieron conciertos como el de aquella memorable versión del ‘Bolero’ de Ravel, con las dos pianistas y el conjunto de percusión vasco empleándose con tal pasión que mi admirada Katia Labèque pegó un brinco enorme cuando exhaló la última nota.
Pero volvamos a la aritmética financiera. Como recordó en la presentación el director Félix Cabez, el rodaje supuso un desplazamiento continuo por Europa, la Europade los grandes teatros musicales. Y tras cada salida, la vuelta al epicentro musical de las pianistas, la camioneta subiendo al Miguel Delibes (aunque para ello hubiese que trampear con la dirección única del Puente Colgante) que quedaba unido y ensalzado con su vía directa a Roma, a Alessandro Baricco, al Royal Albert Hall o a la admirada escucha de Simon Rattle. Tanto pensar en ferias de pinchos y en cúpulas milenarias, y ahí tenemos unas imágenes que allí donde se proyecten encumbran nuestra ciudad y colocan al Miguel Delibes al lado de otros templos de la música, con lo que también empezaríamos a rentabilizar un edificio tan caro y en parte desafortunado (pregunten a los profesores del Conservatorio). Espero que hayan tomado nota de ello nuestros preclaros departamentos de turismo y promoción, y ya estén pensando en estrategias de difusión de esta radiante embajada vallisoletana que es ‘The Labèque way’.