Es su divisa más íntima, la que sustituyó a otras más rancias e indefinidas, la partícula indivisible en el nombre del festival: Internacional. Una palabra que en esta semana ha bañado pantallas, calles, periódicos y restaurantes. Una palabra que pone el nombre de Valladolid en bocas y mentes bien distantes y distintas. Durante estos días de lluvia y suavidad las aceras nos han traído la ilusión de una ciudad plurilingüe, abierta a todos los colores y acentos, bien lejos de la adustez castellana y la desconfianza provinciana.
El idioma único, ese invento del franquismo, desaparece milagrosamente, y en este Babel se esfuman los doblajes traicioneros que incitan a pedir la devolución de la entrada apenas un actor abre la boca y emite sonidos inaceptables. Qué riqueza oír responsos en japonés, gruñidos en flamenco o emocionados recuerdos en portugués, seguidos de coloquios y ruedas de prensa en las que todos nos arreglamos con la cortesía y la hospitalidad.
Poco dura la alegría en la casa del pobre. Una semana. Ahora mismo se estrena la película que abrió la Seminci, ‘Todos queremos lo mejor para ella’, bien disfrutada en el multilenguaje recogido en el lugar donde se rodó, es decir, una miqueta en catalán, otra pizca en castellano, una vuelta más en una mezcla que trae injertos argentinos, y cabalgando sobre el trabajo prodigioso de la voz de Nora Navas en su dislocado personaje, que nos hace olvidar los subtítulos y las débiles barreras que algunos quieren alzar. Pues bien, la película se estrena, según me han dicho, doblada completamente al castellano. Qué ocasión perdida de difundir la naturalidad de la comunicación, y la permeabilidad y flexibilidad de las lenguas. Qué momento de oro para mandar a la mierda a los que a diario nos quieren meter el dedo en el ojo y en la boca. Vuelta al carril único, a la conversación en cristiano, al ¡harriba mi pueblo! que evocaba el jueves en su columna Joaquín Robledo.
Una semana de películas, pinchos y amistad. Lástima de la verdad del verso de Neruda: “Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido”.