>

Blogs

Jorge Praga

Hoy empieza todo II

Llegan noticias de Frank Bascombe

Hace unos años la productora HBO compró a Richard Ford los derechos de las tres novelas que había dedicado a su personaje Frank Bascombe. Le pagaron un montón de dinero, según confiesa el autor, y proyectaron una miniserie de seis capítulos que al final no se realizó. El interés de la HBO seguramente se fundaba en la fidelidad de los lectores de Ford, bastante numerosos para una obra de un estrato literario ajeno al best seller. Aun así cuesta trabajo pensar qué habría dado de sí el proyecto. Si respetaba las novelas originales la trama disponible era leve, vaga, casi inexistente. Contar de qué va una peripecia de Frank Bascombe es tarea dificilísima. De ella queda otra cosa, un sabor, un balance de ánimo, un temblor existencial. Demasiado poco para una serie de capítulos. “Si alguien hiciera una película de Bascombe, no iría a vela”, concluye el escritor.

Richard Ford lleva treinta años atado a Frank Bascombe. Desde 1986, en que publicó ‘El periodista deportivo’, lo ha ido renovando cada diez años: ‘El Día de la Independencia’, ‘Acción de Gracias’, y ahora la última, ‘Francamente, Frank’. Treinta años de los que resulta una biografía pegada a otra. Ford crea al personaje con una edad parecida a la suya, poco más de cuarenta años, y le concibe con un frágil equilibrio entre las ilusiones de sus proyectos y los reveses que culminan con la muerte de un hijo. A medida que crecen ambos en las décadas siguientes, la mirada de uno sobre el otro se modula y enriquece en ese trote del tiempo imparable. Y no se trata de un reflejo biográfico, que Ford niega. La conexión entre ellos es existencial, de cordón umbilical subterráneo, como corresponde a dos americanos nacidos en el 44 (Ford) y en el 45 (Bascombe). Este es una especie de emanación de aquél, de segregación alimentada por el tiempo que pasa y desgasta y acerca a la muerte. Una condensación en estratos que florece especialmente en lectores de edad similar, que aunque no hayan pisado en su vida Nueva Jersey ni seguido un partido de los Giants encuentran una complicidad misteriosa con un protagonista cada vez más desprovisto de novedades, las pocas que aporta una profesión rutinaria (agente inmobiliario), un cuerpo amenazado (ay, la dichosa próstata) y unos recuerdos enfriados por la distancia.

Resultado de imagen de francamente frank

Esta cuarta entrega –servida en una ágil traducción de Benito Gómez Ibáñez cuya dificultad se adivina desde el riesgo del título elegido- cambia la larga estructura de las anteriores por cuatro relatos anudados a la destrucción dejada por el huracán Sandy. El personaje traza en las primeras páginas su estado de poquedad y retiro: “Estoy contento aquí, en Haddam, con sesenta y ocho años, disfrutando del Siguiente Nivel de la vida, el último, previsiblemente: integrante de esa parte de la población que ya ha limpiado su escritorio”. Atrás ha quedado el Período Permanente dibujado en ‘Acción de Gracias’, una meseta de vida levemente inclinada en la que no se esperaba ya ninguna ruptura. Ahora el Siguiente Nivel es mucho más concluyente y expeditivo: ha limpiado su escritorio, o con otras palabras “solo espero la muerte o la vuelta de mi mujer de Mantoloking: lo que venga primero”.

Los relatos, con la anemia narrativa habitual de Ford, se deslizan por el paisaje estadounidense como una fina película que se puede despegar con facilidad. La vida que topan carece de dimensiones, especialmente las verticales que traen enraizamiento. El agente inmobiliario que fue Bascombe disfraza la levedad existencial en un continuo trasvase de casas, que no se puede detener para que no aflore la angustia y el vacío: “Nadie quiere quedarse en ningún sitio”, proclama. Los títulos de los relatos son bastante orientativos: ‘Aquí estoy yo’, tomado del grito de los sioux antes de ser ahorcados y que es a su manera la afirmación del ser-ahí de Heidegger, su Dasein; ‘Todo podría ser peor’, balance tras el paso del huracán; ‘La nueva normalidad’, o la adaptación a la vida de los cuerpos enfermos’; y por fin, ‘Muertes de otros’, sentencia inapelable. Parece un trayecto sombrío y deprimente, y sin embargo la suave ironía y la sabiduría sin objetivos de Bascombe consiguen una vez más que nos deslicemos con afecto y gratitud por esa prosa transparente, personal, única. Solo cabe pedir que la última página sea un hasta luego, mientras la vida se va cargando con el Siguiente Nivel. ¿Cuál será?

(publicado en La sombra del ciprés el sábado 23 de enero de 2016)

 

Temas


enero 2016
MTWTFSS
    123
45678910
11121314151617
18192021222324
25262728293031