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Jorge Praga

Hoy empieza todo II

Richard Linklater: rodar (d)el tiempo

La filmografía de Richard Linklater (Houston, 1960) entrega por ahora una veintena de largometrajes, aumentada con participaciones en series de televisión y algún otro proyecto. Una cosecha abundante, si tenemos en cuenta que la primera película que estrena en pantalla grande es ‘Slacker’, en 1991. Casi una obra por año con rodajes que se entremezclan, películas que están en marcha o que continúan alguna anterior. Una obra singular, arbórea, y también irregular.

Linklater director de comedietas aparentemente inanes como ‘Los Newton Boys’ y ‘Una pandilla de pelotas’, o Linklater director de experimentos rotundos como ‘Slacker’ o ‘Boyhood’. Su formación en la Texas profunda y su empeño de centrar su vida artística en Austin con la fundación de la Austin Film Society y colegas como Robert Rodríguez, John Sayles o Steven Soderbergh, podrían explicar su tendencia a reflejar el cliché americano de campus, fiestas y rock. Pero al tiempo las influencias que le marcaron tras su paso tardío por la universidad fijan los nombres inmarcesibles, y nada americanos, de Robert Bresson, Yasujiro Ozu, Rainer W. Fassbinder y Carl Th. Dreyer. Los dos Linklater existen y ruedan, pero con más peso y personalidad el segundo, el de las raíces en el cine europeo y el pensamiento contemporáneo.

El arranque del director dibujó esos dos caminos. ‘Slacker’ (1991) se construye tras una cámara que va recorriendo la ciudad de Austin sin narrativa que la fije, al azar bressoniano de encuentros con toda suerte de tipos y situaciones. ‘Movida del 76’(1993) cuenta la jornada de graduación en el Instituto de un grupo de chavales, con sus fiestas juveniles como centro risueño. Por fin, ‘Antes del amanecer’(1995) inaugura la vida intermitente de la pareja Julie Delpy – Ethan Hawke en su primer encuentro en Viena. Todas tendrán a su manera continuación. La experimentación llegará de nuevo con la rotoscopia, una técnica que permite dibujar sobre imágenes tomadas de la realidad, con la que construirá ‘Waking Life’(2001) y ‘A Scanner Darkly’(2006), esta última basada en una novela de Philip K. Dick. Los adolescentes que cumplen ciclo serán vistos de nuevo en la última película de Linklater, ‘Todos queremos algo’(2016), ahora centrados en los primeros días del comienzo de curso en la universidad, y de nuevo embebidos en beisbol, cervezas y sexo, blindados de cualquier angustia o quiebra. Y la pareja Delpy-Hawke, absorta en las largas conversaciones que rodean a su complicado amor, vuelve a tener otras dos oportunidades, bien que matizadas por el paso del tiempo que ha transmutado el amanecer de la primera en el atardecer de la segunda y el anochecer del cierre, cierre tal vez provisional.

Y es que si hay un marco, un fluido, un éter que envuelva las obras de Linklater ese es el tiempo. Un tiempo caprichosamente paralizado cuando aísla a los jóvenes estudiantes de sus películas más ligeras y optimistas. Un tiempo que encierra a la pareja Hawke-Delpy en sus encuentros y reencuentros por Viena, París y Grecia, pasándoles factura dramática en la construcción desgastada de sus personajes y actores. Y un tiempo que se convierte en el protagonista ineludible de su obra cumbre, ‘Boyhood’ (2014), un asombroso rodaje durante doce años sobre la vida de un niño que pasa por todas las fases biológicas y psíquicas hasta culminar con la entrada en la nueva vida del campus universitario y la independencia de la casa familiar. Cuerpos reales, tangibles en sus cambios, para una trama transparente y universal que fluye tan silenciosamente como el paso de los días que nos acompañan.

(publicado en La sombra del ciprés el sábado 15 de octubre de 2016)

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