Caro Diario – Seminci 2018
“No puedo ir a las iraníes. Son demasiado largas, no me da tiempo a llegar a la siguiente”, comenta mi vecina de butaca a una amiga, mientras intercambian con rapidez lo que han visto. Al otro lado una pareja consulta un papel arrugado en el que van tachando objetivos cumplidos. “Yo me voy a dedicar solo a las portuguesas”, oigo en la cola. Porque hay colas en las taquillas y a la entrada de la sala de un público fiel y confiado, que se ha organizado para entregarse esta semana a proyecciones con las que ni sueña ni se preocupa el resto del año.
Un público que casi llena el inmenso teatro Carrión un domingo a la sobremesa, en una tarde tibia con viento de las castañas, que dicen en el norte astur. Y que circula por las mañanas con la revista de la Seminci bajo el brazo, de una sala a otra, en unas jornadas que arrancan a la hora del desayuno para felicidad del sector hostelero. Un público bien tratado y mecido, con unas azafatas -¿no es hora de cambiar esa palabra y el uniforme que visten?- amables y eficaces y unas proyecciones cuidadosamente puntuales.
Tan solo un pero para estos días mansos de octubre: el sonido del teatro Carrión. En los primeros días he luchado contra ‘Tu hijo’, contra la mexicana ‘Museo’ y especialmente contra la argentina ‘Paisaje’, en la que si pescabas alguna palabra pertenecía al lunfardo rioplatense. “El año pasado ya peleé en este mismo cine con otra argentina”, oigo al salir. Los espectadores vamos acusando la edad del tímpano, por lo que algunas salas comerciales programan el sonido a unos volúmenes del abuelo cebolleta. Pero cuando de la fuente manan palabras cenagosas es inútil ponerla más alta, como se comprobó la otra tarde con la voz ronca de Gael García Bernal. El problema desaparece en las benditas películas extranjeras armadas de subtítulos, que se entienden siempre. “Yo he seguido la película por los subtítulos en inglés”, confesaba a la salida un espectador de ‘Paisaje’. Y me vino a la memoria aquella película de Arturo Ripstein, ‘La perdición de los hombres’, que suplía su mexicano hablado con subtítulos en castellano.