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Jorge Praga

Hoy empieza todo II

Abdulrazak Gurnah, un descubrimiento

A primeros de octubre de 2021 el nombre del premio Nobel de Literatura, Abdulrazak Gurnah, desconcertó a la mayoría de los lectores españoles, no así a los de ámbito anglosajón. En España solo había publicado tres novelas: a finales de los noventa ‘Precario silencio’ y ‘Paraíso’, y la última, ‘En la orilla’, hacía veinte años. El premio llevó a rebuscar en las bibliotecas, o a confiar en el interés de las editoriales, que por fin han reeditado ‘Paraíso’ y en pocas semanas ‘En la orilla’, con nueva traducción y título, ‘A orillas del mar’. Poco bagaje para un escritor que acumula diez novelas, entre otras obras, pero suficiente para darse cuenta de su relevancia y excepcionalidad.

“Sé que llegué a la escritura en Inglaterra, en el extrañamiento, y ahora me doy cuenta de que es esta condición de ser de un lugar y vivir en otro lo que ha sido mi tema a lo largo de los años”, declaraba Abdulrazak Gurnah a poco de recibir el Nobel. En efecto, al menos en sus novelas traducidas combina vivencias entre Tanzania e Inglaterra, pero sin igualar los ámbitos ni mezclar las culturas. Sus personajes tienen las mismas raíces que él, un nativo de Zanzíbar que para sobrevivir debe emigrar y batallar con mil dificultades. Una y otra vez volverá sobre los paisajes y las gentes de Zanzíbar y Tanganica –es decir, Tanzania, su suma-, a pesar de que abandonó el país en 1966, con 17 años. En ‘Paraíso’ despliega la memoria de sus antepasados en el tiempo precolonial de las caravanas de comerciantes que atravesaban territorios sin control gubernamental, habitados por seres cercanos al pensamiento mágico. ‘En la orilla’ reconstruye la actividad comercial de Zanzíbar desde un vértice a orillas del océano Índico abierto a los visitantes empujados por los monzones desde Arabia, la India, el cuerno de África e incluso Malasia. En ese rincón de África los europeos son un cuerpo extraño que impone por la fuerza un orden y unas fronteras que solo les sirven a ellos: “Y así llegó a ocurrir que, con el tiempo, esas pequeñas ciudades diseminadas a lo largo de la costa marítima africana se encontrasen formando parte de enormes territorios que se extendían cientos de kilómetros hacia el interior”, denuncia un personaje de ‘En la orilla’.

La prosa de Gurnah se despliega con una riqueza extraordinaria sobre un tapiz sensorial africano, en contraposición al británico. Es un mundo de aromas –un personaje de ‘En la orilla’ se lleva a Inglaterra casi como único equipaje un palo de aloe con el que perfuma su casa-, de noches al aire libre, de jardines rumorosos, de serpientes, mosquitos y calor tropical. De tiempo suspendido en las traseras de comercios o en rituales de tratos. De una geografía que baja desde el Kilimanjaro a los lagos del interior y a un mar de tráfico incesante. Y de historias que saltan y se entrelazan sin fin, evocando a veces el imán narrativo de ‘Las mil y una noches’, componiendo un friso que no busca desenlaces sino vidas y caminos.

(publicado en La sombra del ciprés el 11 de febrero de 2022)

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