Cuando elegimos una película tratamos de que el tiempo y el dinero empleado sea rentable. Nos informamos, leemos críticas, preguntamos a quienes la han visto, filtramos su director, sus actores, su argumento por nuestra historia de espectadores. Nos abrimos a la curiosidad…
En un festival pocas agarraderas hay. Casi todo es nuevo, salvo en los ciclos que revisan el pasado. En la Seminci al menos la mitad de los directores que compiten en la Sección Oficial dicen algo a tu memoria, y si han sido seleccionados entre cientos, por algo será. Aunque a veces…
Donde no hay defensa es en un ciclo como el de los novísimos suecos, realmente nuevos, sí, pero eso no es una virtud definitiva. Algo similar sucede en Punto de Encuentro, en la que parecen caer películas completamente al azar. La Seminci anima a la gente al riesgo, a ver lo desconocido absoluto, algo que un alto porcentaje de espectadores no hace jamás, salvo en esta semana de excepciones. Y el riesgo se paga. En mi balance particular de acudir al azar, apenas si ha habido satisfacciones.
Los suecos: novísimos, pues casi todas son primeras obras, y multiculturales, como lo es la sociedad de partida. La película que abrió el ciclo, ‘Farsan’, de Josef Fares, está marcada por el origen libanés del director, y de algunos actores, además de Juan Rodríguez, que deja varios diálogos en español. La película tiene para mí el mismo nivel artístico y de simpatía que un episodio de serie de televisión, ‘Los Serrano’, o ‘Aquí no hay quien viva’. Además muestra al país nórdico siempre bañado en un sol tan optimista como inverosímil. Hay más películas cruzadas con ugandeses, o con polacos, o con daneses, como ‘Apflickorna’, de Lisa Aschan, donde afortunadamente el nivel sube bastante. Es una obra sobre la frontera de la infancia y la adolescencia, de chicas que buscan sin saber muy bien qué, y en la que las palabras escasean. Fotografía sutil, buenos actores (la pareja de chicas me recuerda en sus primeros planos, y en sus deseos imprecisos, las de ‘Persona’, la inolvidable obra de Bergman), y un juego peligroso sobre las fronteras de lo morboso.
En Punto de Encuentro el arrepentimiento es mucho mayor. Ya lo conté én otra crónica con ocasión de ‘Tage die bleiben’, tan correctamente rodada como insulsa y prescindible. Hoy ha tocado una película española, una ópera prima, ‘Terrados’ de Demian Sabini. El director, presente en la sala, advirtió de los pocos medios que tuvo para rodarla, pero con ese guión (o guion, a elegir) de partida no habría presupuesto que la enderezara. Es una obra, con todos los respetos, que no puede aspirar a una distribución comercial por carecer de un mínimo nivel profesional, y por supuesto artístico. Cuántas ilusiones se quedan en el camino en este arte tan, tan difícil.
Creo que a partir de ahora prestaré más atención a los valores seguros, y rezaré un avemaría por cada error cometido, de los que me arrepiento de todo corazón.