Seminci – Caro Diario. Domingo19 de octubre
Me decía en la inauguración del festival un colega más bien escéptico que lo mejor de la programación era el bloque de seis películas que había seleccionado Bong Joon Ho. ‘El cine que le inspiró’ es el título que agrupa a esas obras que guiaron su carrera y de las que sería jugoso oír las razones del director coreano. Revivirlas. Eso fue al menos lo que hizo Víctor Erice en ‘La Morte Rouge’, el mediometraje que realizó con ocasión de una exposición en La Casa Encendida sobre sus diálogos fílmicos con Kiarostami. En la cinta reconstruía una proyección de ‘La garra escarlata’ a la asistió con cinco años en un cine de San Sebastián, que le dejó una huella rastreable en sus largometrajes.
Me gustaría saber lo que atrajo a Bong Joon Ho en la película de Arturo Ripstein ‘Profundo carmesí’, que recuerdo encapsulada en su desgarro tan mexicano, un pelín misteriosa o desviada para un espectador español, qué será para un coreano. Pero la elección más llamativa para mí es ‘El salario del miedo’, una película de Henri-Georges Clouzot de 1953, que tiene en mi memoria un papel tan de piedra angular como el de la sesión infantil de Erice, con la sensible diferencia de que yo no he visto, ni creo que vea nunca, la película de Clouzot.
Me explico. En esos cinco años de edad en que todo se inaugura, pregunté a mi padre en el tiempo relajado de un domingo por la mañana cuál era la película que más le había gustado en su vida. Eligió sin dudar ‘El salario el miedo’, que me contó a continuación con mucho detalle. La narración se alojó con tal fijeza en mi memoria que nunca he querido, ni podido, ver la cinta original. Temor a quebrar el cristal del pasado, a invadir la pureza del recuerdo nítido y bien resguardado. Cuando he visto el fotograma suelto de Yves Montand sujetando el cuerpo de su camarada de aventura, sentí de nuevo el déjà vu paradójico de recordar lo no visto.
Hoy domingo tampoco asistiré a la sesión única de la película, aunque estaré atento a alguna palabra de Bong Joon Ho sobre ella. O sobre el drama mexicano de Ripstein. Qué sinuosos son los caminos del cine.