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Jorge Praga

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Vicente Aranda: cumbres y valles

Una carrera tan amplia como la de Vicente Aranda, que abarca cerca de 50 años de trabajo y unos veinticinco largometrajes, es casi inevitable recorrerla como una compleja cordillera en la que las cumbres del arte o del éxito popular se alternan con valles olvidados, junto con laderas de juventud pronto abandonadas. Solo su muerte nos hace ahora recordar sus lejanos inicios ligados a lo que entonces se llamó la Escuela de Barcelona, la cara culta y afrancesada del Nuevo Cine Español, que dejó obras cuya revisión esperamos en el apreciable ciclo que ha montado la segunda cadena de TVE. ‘Fata Morgana’ es el título más recordable que rodó en aquella época de gauchistas catalanes en las noches de Boccacio, y que contó con Gonzalo Suárez en el guion, y Teresa Gimpera encabezando el reparto.

La distinguida Gimpera fue la primera mujer que sobresalió en su cine. Ese brillo femenino tuvo sostenida continuación a lo largo de su filmografía, hasta constituirse en una marca de estilo de su autor y de promoción para sus protagonistas, lo que no le libró de la sombra de machismo en varios de sus críticos. Tras Gimpera puso frente a la cámara a la inexperta Amparo Muñoz en ‘Clara es el precio’, que casi compensó con su belleza las carencias dramáticas, o al menos eso quisimos imaginar sus admiradores.

Resultado de imagen de Amparo Muñoz Clara es el precio

Y en la siguiente película, ‘Cambio de sexo’, aparece la que iba a ser su musa más persistente, Victoria Abril, una muchachita que venía de decorar concursos televisivos y que a base de olfato y sacrificio consiguió una personalidad dramática incuestionable. El cuerpo desnudo y joven de ‘La muchacha de las bragas de oro’ fue cubriéndose de años y experiencia hasta llegar a ‘Tirante el Blanco’, treinta años después. Fue su actriz fetiche, pero Vicente Aranda también supo ver las cualidades de una jovencísima Maribel Verdú, de Pilar López de Ayala, de Paz Vega, o aprovechar la experiencia cuajada de Ana Belén.

Resultado de imagen de Victoria Abril La muchacha de las bragas de oro

La otra característica que recorre la filmografía de este autor fue su empeño en adaptar al cine varios títulos sobresalientes de la novela española contemporánea, aunque al final de su carrera retrocedió varios siglos en pos de ‘Tirant lo Blanch’, cuyo título español siempre sonó raro. Desde luego que el intento de rodar la compleja ‘Tiempo de silencio’ de Luis Martín Santos merece un aplauso solo por el riesgo que supone, al igual que ‘Si te dicen que caí’, de Juan Marsé. Eran apuestas imposibles, que sin embargo no desanimaron a Vicente Aranda, reiterado y discreto adaptador de otras tres novelas de Marsé, y también explorador de la obra de Manuel Vázquez Montalbán o de Antonio Gala. Pero no deja de ser curioso que las películas que más prestigio le dieron, como ‘Amantes’ o las dos partes de El Lute, no surjan de una base literaria previa. Pero de alguna cuartilla que rellenaron Álvaro del Amo o Carlos Pérez Merinero, guionistas de ‘Amantes’, llegaron a la boca de Maribel Verdú las palabras que pronuncia en un banco frente a la catedral de Burgos: “Me romperé las piernas, me sacaré los ojos, me cortaré las manos y los pechos hasta que no sea más que una ruina a tus pies”. Y la sangre gotea sobre la nieve.

(publicado en El Norte de Castilla el 27 de mayo de 2015)

 

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