El público había cambiado. Quedaba algún rastro de semanista ensimismado en la hoja de programación, pero por las escaleras del Roxy subía gente distinta, más vocinglera y campechana, de cuerpos robustos y vestimentas rotundas. Eran, y son, los trabajadores despedidos de SINTEL, protagonistas de la última obra de Adolfo Dufour, ‘Nosotros’.
Qué tipo Dufour, hurgando siempre a contracorriente en los sótanos de la sociedad. En ‘¡Vivala Escuela Moderna!’ volvía sobre la pedagogía libertaria de Francisco Ferrer i Guardia; hace tres años nos sobrecogió en ‘Septiembre del75’ con la investigación sobre uno de los fusilados del final del franquismo, Xosé Humberto Baena. Y ahora se abre a la larga lucha de los trabajadores de SINTEL, que pasaron de héroes con su acampada de varios meses enla Castellana a villanos condenados por los sindicatos, y finalmente restituidos en su honor, que no en su economía ni en sus heridas, por varias sentencias judiciales.
Es esta una historia necesaria: porque es emotiva, y verdadera, y humana, profundamente humana. Y actual, de hoy y de mañana. La empresa se desmanteló en el último mandato de Felipe González, cuando Telefónica estaba dirigida por su amigo Cándido Velázquez, y la remató José María Aznar con su amigo José Luis Villalonga. Planes de expansión, la empresa que se debe modernizar, prestidigitación financiera, ceguera política y judicial… y miles de trabajadores a la calle. Desconcierto, depresión, deudas, familias rotas, oscuridad, suicidios, ¿a quién le importa? Solo cuentan los números del capitalismo financiero. Dufour nos devuelve la voz de los olvidados, sus vidas, sus ojos hondos y tristes. Cómo hablan los ojos. Hay al final un encadenado de rostros que me recordó los de los soldados de ‘Senderos de gloria’, abatidos pero dignos. Y aunque es una historia de mucho dolor, se extrae de ella también un brote de energía para estos tiempos oscuros que hay que alumbrar con la solidaridad que ellos mantuvieron y mantienen.
“Están sucediendo cosas, y hay gente que está haciendo cosas”, remata la voz del narrador con palabras de John Steinbeck en ‘Las uvas de la ira’.