SEMINCI. Punto de Encuentro
Sverdlovsk, URSS, 1984. Belgrado, Serbia, 1993. Geografías inestables. La URSS cerca de disgregarse en ‘The Dorm’. Yugoslavia ya ha desaparecido en ‘Celts’. La vida se hace difícil para sus habitantes, y estas dos obras lo reflejan con estrategias bien distintas: drama sombrío en la rusa, comedia familiar en la serbia.
‘The Dorm’ encierra a sus protagonistas juveniles en una residencia de estudiantes. Todo sucederá allí, en un edificio que tiene más de cárcel, o incluso de Gulag, que de espacio para la convivencia. Cinco jóvenes se reúnen para celebrar el final cercano de sus estudios. Es el momento de dejar volar las ilusiones y los proyectos. Pero su fiesta, regada con abundante vodka, pronto se rompe por un intento de violación de una chica que acaba con su suicidio. El violador forma parte de la dirección, lo que obligará a tratar de tapar el delito ante la policía. Uno de los jóvenes, testigo de los hechos, es víctima de una persecución en la que todos acaban colaborando hasta exterminarlo. La película se convierte en una fábula moral en la que el poder despótico acaba derribando cualquier defensa, aliado con la depravación de la bebida y la posesión sexual de la mujer. ¿Anécdota aislada o mirada indirecta a un país? Podría leerse en clave de crítica al estado soviético. Pero lo cierto es que esta despiadada URSS no se diferencia de la Rusia actual. Basta recordar cualquiera de las grandes obras de Andrey Zvyagintsev (‘Leviatán’, ‘Elena’, ‘Sin amor’) para reconocer la misma brutalidad que vertebra el notable debut de Roman Vasyanov, el poder despiadado, el machismo, el olor a vomitona de vodka. ‘The Dorm’ es una fábula que parece hablar de algo que pasa de generación a generación en Rusia. En la residencia de estudiantes Roman Vasyanov demuestra su oficio de director de fotografía con la construcción de una luz fría sobre colores sin vida en largos pasillos, o en habitaciones destartaladas que semejan celdas. Una obra claustrofóbica y terrible que vuela alto.
‘Celts’ dibuja a sus protagonistas sobreviviendo a la hiperinflación de 1993 en Serbia a base de favores y trueques. El cumpleaños de una niña les reúne a todos en una fiesta infantil. La memoria de las celebraciones de cumpleaños suele tener un saldo desequilibrado: mientras que los niños se lo pasan estupendamente en cualquier lugar, los padres que los llevan suelen bostezar esperando el final, cuando no huyen con cualquier excusa para no volver hasta el último momento. El argumento de ‘Celts’ nos encierra en la fiesta de una pequeña casa, de lo que resulta una planificación asfixiante a base de acumular utensilios y personas en tomas cercanas. Para evitar que el aburrimiento de los mayores se contagie al espectador, Milica Tomovic diseña unos progenitores en los que la diversidad sexual se multiplica generosamente. Cada anhelo tiene su conducto, y antes o después llegará a cada progenitor eso que algunos llaman su epifanía. La comedia a veces afina y hace gracia, pero de todas formas no creo que haya cambiado la opinión de muchos espectadores sobre las fiestas de cumpleaños de los hijos.