>

Blogs

Insomnio Político

Café con Cañete a más de 250 kilómetros por hora

Un café con leche y un Donut, para ser exactos. Son las diez y media de la mañana y la cafetería del AVE que hace el trayecto Madrid-Alicante está poco poblada, pero la gente reconoce al ‘ministro Cañete’, pero Cañete ya no es ministro, sino candidato a las elecciones europeas. Asegura que, en esta ocasión, su salida del Ministerio de Agricultura ha sido mucho más amable que en 2004. Su sustituta, Elena Espinosa, no le miró ni una sola vez durante el intercambio de cartera. Además, abandonó el edificio en una Vespa propiedad de la que diez años después se iba a convertir en su sutituta, Isabel García Tejerina, porque nadie le ofreció (“ni yo lo pedí”) mantener su escolta. Confirma que su teléfono suena menos desde que ya no es ministro, pero que no se ha quedado mudo.
Charlar de manera informal con Cañete, pese a los vaivenes que produce viajar a más de 250 kilómetros por hora, es una experiencia que apuntala su imagen de hombre bonachón, de buen compañero de una tarde de vinos y cañas. Se marcha del Ejecutivo como el ministro más valorado. “Papá, no te vengas arriba, que has sacado un 3,17”, le recuerda en tono irónico su hijo. A Cañete tampoco le dice nada esa posición de privilegio. Es un hombre que le gusta tener los pies en el suelo. Rápidamente ofrece otro dato: siempre estuvo en el pelotón de los ministros peor valorados durante los gobiernos de José María Aznar.
Guarda las formas para evitar lo políticamente incorrecto, pero está claro que Cañete quiere ser Comisario Europeo y dejar la portavocía y el control del Grupo Popular en el Parlamento a Esteban González Pons. Eso son los planes de Rajoy, “pero para eso tiene que ganar el PP en toda Europa”.
El cabeza de cartel del PP asegura que, pase lo que pase, dentro de cinco años dará un paso atrás. No quiere eternizarse en política, aunque tras casi tres décadas, es uno de los viejos rockeros de su partido. Amigo personal de Mariano Rajoy y uno de los pupilos más fieles de José María Aznar, se ha convertido en un improvisado medidador entre los dos gigantes del PP. Nunca se decantará por ninguno de los dos y achaca los problemas logísticos a que ha llegado tarde a la precampaña. Al final, le planteo que los tiempos de Rajoy pueden provocar daños colaterales en el partido. Me responde con una pregunta, qué si me gustan los coches. A él sí, sobre todo los antiguos, su gran pasión. Y a partir de ahí, ya sin café y sin Donut, comienza otra charla.

Temas

Boletín oficial de mis experiencias en el Congreso, el Senado y Moncloa

Sobre el autor


mayo 2014
MTWTFSS
   1234
567891011
12131415161718
19202122232425
262728293031