Como las flores en la primavera que comienza mañana, así brotan las inauguraciones en tiempos preelectorales. Pero a las flores no se las puede impedir que nazcan, lo que sería antinatura, pero a los políticos no solo se les puede poner puertas a su campo de acción, sino que se debe y se hace. Por eso, tienen hasta el día 28 para cortar la cinta inaugural de todas esas obras que, con tanto esmero, han dejado su apertura hasta el límite legal. La norma es así y está hecha por políticos –que ellos mismos ya se conocen bien–, que se imponen una suerte de toque de queda institucional para evitar el caos.
Y mientras se acerca el día, los políticos ya han dado pruebas de lo necesaria que es la prohibición. Para muestra, dos botones esta semana: las aperturas del Palacio de Quintanar y de las instalaciones de la antigua cárcel, dos espacios culturales que han sido campo de batalla de las tormentosas relaciones que mantienen desde hace años el Ayuntamiento de la ciudad y la Junta de Castilla y León.
Por orden cronológico –por utilizar un criterio que no ofenda a los contendientes– en el remozado y espectacular Palacio de Quintanar el lunes se jugaba en casa de la Junta y el alcalde, Pedro Arahuetes, dio la espantada. Primero la consejera María José Salgueiro y, luego ya por la tarde, el viceconsejero, Alberto Gutiérrez, ejercieron de anfitriones con la compañía del delegado territorial, Luciano Municio, en el llamado Centro de Creación Artística.
Una visita restringida por la mañana dio paso a una multitudinaria inauguración por la noche. La exposición ‘Enformato’, cuyo comisario es Giavanni Ferrero, sirvió de hilo conductor para que allí estuvieran todos los colectivos y personas que viven la cultura de la ciudad. Desde el organizador de la muestra cinematográfica Muces, Eliseo de Pablos, hasta el hostelero José María Ruiz, que hace sus pinitos en otra restauración, en la de obras de arte. Los presidentes de la Fes y de la Cámara, Pedro Palomo y Carlos Tejedor, no se perdieron una fiesta a la que se sumó el candidato del PP, Jesús Postigo, con todo el equipo que ya ha presentado, a la espera de que mañana haga visibles a otros seis componentes de la que ya se denomina ‘postilista’, cuyo final es largo y prolongado.
El martes fue el turno para el otro bando en esta guerra de la inauguraciones. La reforma de la vieja cárcel para albergar un espacio cultural contó con la presencia, esta vez sí, del alcalde, que acompañó al vicepresidente y ministro del Gobierno, Manuel Chaves. El candidato autonómico del PSOE, Óscar López, asistió a un acto en el que la Administración regional se ausentó, porque dicen no estaban invitados, y en el que los socialistas ganaban en presencia por goleada a los populares.
Dos días consecutivos parecían muchos para que repitieran los mismos, aunque un pequeño grupo de verdaderamente interesados por la cultura sí hicieron doblete. No daré nombres, porque ellos saben quienes son y con eso es suficiente; con eso y con su lección de fe en que Segovia sea algún día una marca cultural potente.
Tampoco puedo –esta vez por imposibilidad material– dar los nombres de los participantes en una actividad del colegio Madres Concepcionistas junto al Acueducto. Eran cientos de niños, ajenos, benditos ellos, a tanta maniobra burda.
Y se aproxima la fecha de la prohibición y los políticos aceleran. Tomen nota: el mismo día 28 –última fecha antes de esta ‘ley seca’ de obras– quiere el Ayuntamiento inaugurar algo del CAT y, atención, el parque de bomberos en Nueva Segovia. No va a dar abasto ese día el alcalde y, en el otro lado de la batalla, si les invitan y van, tampoco. ¡Qué duro es ser político en momentos preelectorales¡