Cuarto menguante o creciente. Pasan los días y las esperanzas de conseguir la Capitalidad Cultural Europea en el año 2016 dependen del carácter de cada uno: para los pesimistas las posibilidades menguan por momentos y para los confiados crecen conforme se acerca el día de la decisión final, el próximo martes, esa fecha en la que Segovia puede conseguir la luna llena, que tanto hemos perseguido y que ha sido el lema de la candidatura.
Hay sensaciones para todos los gustos, sentimientos encontrados, previsiones entrelazadas. Nadie se atreve a dar un argumento definitivo sobre las razones que pueden llevar al jurado a inclinarse por una de las seis ciudades. A favor de Segovia dicen que está el color del gobierno municipal, la creatividad de sus acciones, su cercanía a Madrid o su condición de ciudad coqueta y monumental; en contra, la belleza, el largo recorrido y los contactos en el Gobierno de Córdoba o la fortaleza en infraestructuras de Zaragoza, por ejemplo. Todo razonamiento parece lógico, a la espera del alegato final antes de la selección de quienes aspiran al sueño de 2016.
Y si la concejala Clara Luquero y la directora de la oficina de la candidatura, Nuria Preciado, sueñan con alcanzar la luna dentro de dos días, hoy la fantasía se traslada a otras cabezas, a las de los aficionados segovianos al deporte. El Caja Segovia y la Gimnástica Segoviana han alargado la temporada en busca del sueño del título de liga y del ascenso de categoría. Cuando lean estas líneas –si tienen costumbre de acostarse con el periódico y, además, de detenerse en esta página dominical– es posible que sepan ya la solución a los anhelos de los segovianos amantes del deporte, de los jugadores de ambos clubes y de los responsables de los mismos y quizá nos veamos mañana con el balcón abierto de par en par –y nunca mejor dicho– en la Casa Consistorial. Y si no es así, el esfuerzo no habrá sido en vano, porque el logro es llegar e ilusionar . Que ganar es la consecuencia, que no el espíritu.
Tanto sueño cultural y deportivo en estos albores del verano se mezcla con las fiestas, ese tiempo en el que, como manda la tradición, ha de dormirse solo lo justo y necesario. La ciudad se ha lanzado a la calle, el tiempo acompaña y el programa, aunque es más de lo mismo, gusta a la mayoría, que con los dineros que hay en la caja municipal más no se puede ambicionar. Los conciertos no son de pago y lo poco que hay que abonar se reduce a la corrida de toros del Día de San Pedro, con tarifas más económicas que nunca, y a las tapas del concurso de Decalles, organización que gestiona Michel Hernández Tortajada.
Las tapas más que sueño algunas son frenesí, con curiosos nombres e ingredientes imposibles. La favorita parece la de siempre, la eterna ganadora, esa que elabora El fogón sefardí, en el barrio de la Judería. Su nomenclatura es un guiño a lo que espera el martes y se llama ‘Homenaje a Segovia 2016. Sin Luna, no Tapa’, con un componente tan insólito como una salsa financiera de boletus, en lo que parece una extensión del agasajo a la integrada Caja Segovia.
Ya ven que todos soñamos con ver a nuestra ciudad, a nuestros equipos o a nuestras fiestas con la luna, el éxito o la diversión entre sus y nuestras manos. Y ya saben que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son, pero que nadie se atreva a quitárnoslos. I have a dream (’Tengo un sueño’) dijo Martin Luther King y yo he tenido uno, mejor dos: que ganemos todo y que no les haya aburrido.