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Jaime Rojas

La canaleja, crónica social de Segovia

Los cochinillos achinados

Aseguraba hace un tiempo Don Alberto, hijo del mesonero Cándido, que los turistas chinos ya superaban en número a los entusiastas japoneses en el legendario establecimiento a los pies del Acueducto. Y lo contaba con sentido pragmático porque es indiferente de donde vengan que, como el gato, da igual que sea blanco o negro, lo importante es que cace ratones. Aquí es irrelevante que tengan los ojos más o menos rasgados o que se lleven históricamente a guantazos. Japos o chinos, lo trascendente es que se sienten a las sagradas mesas del cochinillo.
El paso de los años –como supongo en otras muchas cosas– ha dado la razón al heredero del mesonero, inventor del marketing segoviano, ese de andar por casa que nunca falla. Y aquí lo tienen: los chinos han desembarcado pero no para quedarse, que esos son otros chinos. Estos son turistas de consumo de absorción rápida, como algunos hidratos de carbono. Los otros ya llevan tiempo con sus tiendas y sus cosas. Me imagino cuando se crucen por la calle, por ejemplo por la ex Fernández Ladreda, el grupo de turistas, con su cara de satisfacción, sus cámaras último modelo y su parné fresquito en el bolsillo y los currantes chinos del todo a cien y de los pisos patera. ¿Se miraran a los ojos, a esos ojos achinados? Quizá a estas alturas ya no se consideren ni compatriotas y ni sientan ni padezcan las preocupaciones e inquietudes los unos de los otros. Es la consecuencia de la distancia geográfica y social.
Sea como fuere, lo que sí es evidente es la necesidad de los segovianitos hosteleros y comerciantes de ponerse las pilas ante la invasión made in China. Y los demás, también, no vaya a ser que por caprichos del azar nos toque la china. Importante es todo en esta inmersión, pero lo vital es no confundirles con los japoneses, ni pensar que están medio dormidos por la forma de los ojos. Para evitar esos y otros célebres errores, al Ayuntamiento se le ha ocurrido organizar unas reuniones con el rimbombante nombre de Jornada de Sensibilización de Cultura China.
Cazan largo en la Casa Consistorial, porque esto no son unas oposiciones o un puesto de trabajo allá, en su país. No; esto son unas nociones básicas de marketing segoviano de ese que inventó Cándido. Amabilidad, buena cara y mano izquierda con el gallo del corral, con el jefe de la manada, que estos tipos vienen de un régimen donde reina la jerarquía y el escalafón. Es bueno saber ciertos detalles, unas palabras esenciales para entenderse; pero sin filosofar, que en esto los chinos poseen una tradición milenaria. Tampoco hace falta aprender el idioma, porque nos dijeron que estudiáramos inglés, luego alemán, ahora chino y apenas sabemos español. No, no; no sobreactuemos.
Descartado liarnos la manta a la cabeza e instruirnos mucho en su lengua y todas sus dinastías, conozcamos qué y cómo comen, algo muy útil en este enorme comedor que es Segovia. Los tipos se dan a la manduca antes que nosotros y eso lo sabe cualquiera que se fije un poco. Y lo hacen rápido. Ambas cosas son una bendición para los restaurantes, que facturan más en menos tiempo.
Prefieren mesas redondas y raciones para compartir. Y no hace falta que les den cochinillo ‘achinado’, con los ojos de aquella manera, porque les gustan los productos locales tal cual, aunque en dosis más pequeñas que el digestivo menú segoviano, ese que sería capaz de acabar con media China y medio Japón o ponerles de acuerdo.

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Sobre el autor

Jaime Rojas, delegado de El Norte de Castilla en Segovia, nos contará, todos los domingos, la crónica social de Segovia, capital y provincia.


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