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Jaime Rojas

La canaleja, crónica social de Segovia

Ni agradecido ni pagado

Convendrán conmigo en que esto está más que entretenido. Que tantos y tan ilustres paisanos quieran representarnos en las instituciones nos halaga. Uno no puede por menos que emocionarse al pensar que mucha gente quiere dedicarse a guiar nuestro destino, a intentar sacarnos del atolladero. Con estos entregados ciudadanos, podemos, por hacer juegos de palabras a lo Goytosolo, el Cervantes que con un par, sin chaqué y una corbata incunable lanzó un discurso dinamitero al recoger esta semana el premio.
Lo de emocionarme al ver cómo la gente participa en el proceso electoral lo digo en serio, aunque alguno no me crea y piense que aquí está este socarrón. Sí, es cierto, porque estarán de acuerdo en que ahora no es fácil implicarse en los asuntos públicos, con lo denostado que está el oficio de político. Y estos cientos de valientes que integran las listas en los 209 municipios segovianos merecen mi respeto. La razón: la rentabilidad si salen elegidos en la inmensa mayoría de los casos será cero o negativa. Díganme qué ventaja económica, qué resultado oneroso puedes obtener si eres concejal en un pequeño pueblo de esta tierra olvidada. Si alguno logra lucrarse, habría que designarle para que llevara las finanzas del país ya que sería un fenómeno.
Sí, porque los árboles altos y podridos nos impiden ver el bosque de la política municipal, esa que casi siempre se hace con la premisa y la posterior consecuencia de ni agradecida ni pagada. Es también algo que ocurre en asociaciones o entidades a las que alguien se entrega y solo se lleva el reproche injusto del ‘por algo lo hará’ o ‘algo se llevará’. Romper una lanza en favor de estos conciudadanos ya sé que no está de moda, como tampoco las peticiones de mano o llevar a la vista un pañuelo en el bolsillo de la chaqueta. Pero lo hago porque quienes se tiran a la piscina sin calcular si el agua es suficiente siempre han sido mi debilidad. Sea políticamente correcto o no, que me da igual.
Y vuelvo a Goytisolo para utilizar la expresión cervantina ‘a la llana y sin rodeos’, que es como tituló su incendiaria intervención. Sí, así gobiernan en la mayoría de los pueblos de la provincia. Primero osan presentarse y luego con simpleza y de frente son alcaldes o concejales las veinticuatro horas de los trescientos sesenta y cinco días del año. Todo para llevarse de premio alguna mala cara y la terrible sospecha de que se están quedando con algo que no es suyo. Penan pues por delitos o insidias cometidos por otros. Pagan los inexistentes crímenes de Cuenca que tanto han alimentado este país de chismosos y envidiosos.
No crean que estoy pensando en alguien en concreto, ni en un asunto específico. No, es una mera percepción de lo injustos que podemos llegar a ser con quien maneja el fondo común y se pelea en todas las barras de los bares por pedirnos lo que cada uno queremos. Que eso son: los que llevan el bote de forma desinteresada.
Pero hagan lo que hagan y después de esta defensa a ultranza de su honradez solo les pido una cosa: que no digan en campaña eso de estoy trabajando por Segovia o por tal o cual pueblo. De verdad, no. Que eso, como el valor en la mili, se supone. Es una tortura que lo repitan tantas veces. Y ya que les van a criticar, por lo menos digan lo que les plazca y no lo que les dicen que digan. He dicho.

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Sobre el autor

Jaime Rojas, delegado de El Norte de Castilla en Segovia, nos contará, todos los domingos, la crónica social de Segovia, capital y provincia.


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