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Jaime Rojas

La canaleja, crónica social de Segovia

El clásico tío del mazo

Hay clásicos que bien merecen continuar en nuestras vidas. Y hay otros que mejor caigan en el olvido, aunque me duele que ocurra esto porque un clásico siempre es un clásico y se debe respetar. Entre ellos convendrán conmigo que ya está en los altares de la tradición la siesta al ritmo de las dilatadas retransmisiones televisivas de las etapas del Tour de Francia, con las ocurrencias del paisano Perico Delgado como sonido de fondo.

Largas y dicharacheras son esas narraciones en directo. Y prolongado el dormitar, si Perico no consigue llamar nuestra atención. Porque los demás –y no es por simpatía y cercanía con el segoviano– válgame todos los mitos del ciclismo que son bastante cansinos, con tonos de voz capaces de dormir a un bebé al que le están saliendo los dientes y no encuentra consuelo ni final a su llanto. Pero cuando Perico quiere y toma el mando, eso es un espectáculo. Como cuando era corredor. Con su lenguaje propio y sus expresiones de aquí ha logrado segovianizar esto de las bicis. En su boca suena diferente eso de repecho, falso llano, pica para arriba o el tío del mazo, ese que llega sin avisar y deja al ciclista sin resuello. Y esto por no hablar de fatiga, pájara o bajar a tumba abierta; incluso este año se permitió una tarde dar una clase magistral sobre el sudor y las molestias que les supone a los esforzados de la ruta, otro de los vocablos míticos.
Yo cuando oigo hablar con estos términos me revuelvo en el sillón y desafío a la siesta. Me crezco y entre sacudidas no puedo por menos que entregarme a este clásico entre los clásicos: el Tour y su valedor Perico. También ayuda a mi rendición –entretener durante una hora y media a los espectadores a cuenta de unos tipos que dan pedales tiene narices– Carlos de Andrés, el locutor profesional que, como el paisano, pone voz de esfuerzo cuando los ciclistas suben un puerto o la atempera si la etapa es llana y tranquila. Posee apellido que suena a segoviano aunque no me consta más relación con esta tierra que la amistad y complementariedad con Perico, amén de sus coincidencias en casi todas las opiniones, algo difícil después de tantos años de convivencia.
Ambos tan pronto despotrican contra la televisión francesa por enfocar sus cámaras a los corredores gabachos que dicen no interesan a nadie –millones de franceses ven el Tour, pero bueno– como cuentan la historia del lugar y ensalzan la belleza de un país donde lo mejor son sus paisajes. Y todo con la enconada competencia de algo tan español, tan poco europeo y, por tanto, tan incorrecto como la siesta. La cabezada es apetecible y si me apuran hasta una necesidad, pero Perico, su colega y el Tour son un reclamo para mantener los ojos abiertos.
Y si vemos que la siesta nos vence por el calorcito y por los chatos del aperitivo que tanto adormecen, pensemos en el tío del mazo, ese que menciona Perico pero del que nunca ofrece más detalles. Desconozco su filiación y su domicilio; tampoco me consta si es compatriota o es de la France o italiano, porque también va al Giro. O si es de este mundo o ha venido a la fiesta ciclista.
Pero lo que me divierte imaginar es que se le aparezca a alguno y le amenace con el mazo en plena siesta. Ya verán como salva varios repechos, un falso llano y se lanza a tumba abierta para evitar la pájara, tan típica de este clásico verano.

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Sobre el autor

Jaime Rojas, delegado de El Norte de Castilla en Segovia, nos contará, todos los domingos, la crónica social de Segovia, capital y provincia.


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