>

Blogs

Jaime Rojas

La canaleja, crónica social de Segovia

Fin de la vuelta al pueblo

Huele ya a otoño; o lo que es lo mismo, a final de verano, a ese momento en el que la melancolía suple a la alegría. Es el ciclo vital, como lo es la vuelta a la normalidad, a la muchas veces bendita rutina que tanto echamos de menos cuando la perdemos. Somos así, animales a quienes el desorden estival termina por fatigar. Y ya buscamos la tranquilidad otoñal, esa estación que en Segovia es preciosa.
Pero antes, el casi siempre voluble y caprichoso verano nos ha marcado. A cada uno de forma más o menos despiadada, pero a todos con la señal del ocio. Una holganza que, un año más, se traslada a la provincia, donde en verano se instala el foco y la gente. Porque en esta tierra hasta 129.000 han decidido veranear, sin contar con los que se han inclinado por la ciudad, algo complicado de calcular. Son más que los que viven de forma habitual en los pueblos y que suman unos 107.000. Entre unos y otros la cifra nos pone en el mapa de lo razonable en cuanto al censo, tan escuálido durante el resto del año.
El dato procede de una estimación de un estudio oficial, hecho por el Ministerio de Hacienda y Administraciones Locales, contábamos en estas páginas a mediados del mes pasado, por lo que seguro ya conocían el asunto. No sé a ustedes, pero visto como bullen los pueblos en verano, a mí me parece que el cálculo se queda corto. Aunque lo diga Hacienda, que infunde respeto todos los meses del año. Mi experiencia me indica que cada vez más gente elige su pueblo o el de sus ascendientes para esa asignatura obligatoria que ahora es veranear. La crisis también ha horadado ese derecho sacrosanto en el que se ha convertido el periodo vacacional. Por eso la solución, el camino más corto ha sido evidente: volver al pueblo.
El incremento estacional se produce en todas las localidades y en algunas de forma espectacular. Un ejemplo: Arahuetes suma a su exiguo censo de 42 habitantes la nada desdeñable cifra de 302 vecinos más en julio y agosto. Pero no es el único que voltea su sosegada existencia, porque las casas familiares de otros pequeños municipios limpian las telarañas y acogen niños y bicicletas, esas que ya saben son precisamente para esta época.
Los pueblos con un padrón más grueso también disfrutan de una avalancha que transforma sus calles y plazas. Cantalejo, por ejemplo, recibe una cifra que supera sus cuatro mil habitantes censados; o El Espinar, zona clásica de veraneo, acoge el doble, 18.000, de los que están empadronados. Todo muy entrañable. Pero genera problemas que van desde un cierto colapaso en los suministros hasta el típico pelmazo que reclama los mismos servicios que en la ciudad en la que vive el resto del año. Son temporeros pesados a quienes los alcaldes temen como a nublados. Alguno, muy listo, pide lujos a precio de pueblo. Faltaría más, que tengo derecho.
Pero esta masiva vuelta al pueblo llega a su fin. Septiembre así lo anuncia, aunque las fiestas en muchas localidades sean este mes. Y cuando acaban, se termina todo: los veraneantes, las bicicletas y hasta el espabilado de la capital. Llega el otoño, el invierno, Navidad, primavera, Semana Santa, las flores de mayo y de nuevo verano y los del veraneo otra vez aquí. Y yo tendré que buscarme pueblo para salir en la estadística no sea que Hacienda se ofenda, que miedo me da.

Temas

Sobre el autor

Jaime Rojas, delegado de El Norte de Castilla en Segovia, nos contará, todos los domingos, la crónica social de Segovia, capital y provincia.


septiembre 2015
MTWTFSS
 123456
78910111213
14151617181920
21222324252627
282930